SieteNotas

Martín Buscaglia, Minimalista pero repleto de información

4/3/2006

Martín Buscaglia, el evangelio y su jardinero.

Grabó el material en el 2005 en Madrid y ahí vivió durante ese año. Con su productor y amigo, Nicolás Ibarburu, y junto a un cocinero -que también era su técnico de sonido-, mantuvieron una convivencia de un mes, encerrados en un apartamento, probando, comiendo, tocando y grabando este nuevo disco.

Pocos meses después de aterrizar en Montevideo, Martín Buscaglia tiene en su casa “El evangelio según mi jardinero”, un material exótico y difícil de identificarlo con otro músico que no sea él. El funk -“agrofunk” como lo llama Martín-, es el género base, que sorprende con experimentaciones de sonidos, letras y formas; y que aunque parezcan improvisadas, están pensadas y trabajadas fruto de una constante investigación.

El lanzamiento del disco se hará en el mes de abril, en España, con una gira preparada de veinte fechas. Al mismo tiempo, se editará el disco en Japón y Argentina; sin embargo, e irónicamente, Uruguay es un país incierto para el futuro de este deleitoso material musical…    

¿Cómo surge la edición y grabación de este disco en España?

El contacto empezó por unos españoles que nos vieron tocar hace unos tres años en el Polonio y les gustó lo que hacíamos, y ahí comenzamos a viajar para allá. La primera vez, nos fuimos con Martín Morón, en un plan aventura. En 2004, salió un disco que no se editó en Uruguay: “Ir y volver e ir”; es una antología de temas míos y otros nuevos, editado por el sello Love Monk, un sello independiente y muy enroscado. Este nuevo disco también saldrá por ellos.

El disco tiene un “exagerado” repertorio de experimentaciones en cuanto a sonidos, ¿cual era tu intención,  si es que la había?

Sí, siempre experimenté con objetos que sacaran algún tipo de sonido. Este disco tiene otros sonidos, otras formaciones y uno de los lugares del por qué sale todo esto es que estoy bastante cansado y aburrido del sonido de la música, en general, actual: en pop, en rock, en la canción, siento que todo suena igual, no sólo en los matices del sonido sino también en las formaciones: bajo, batería, guitarra y teclado. Está estandarizado, incluso en la calidad; a veces suena tan bien pero es más fácil tal vez que suene bien, entonces ya pierde la gracia. Hace tiempo que estoy investigando en eso, desde la manera de componer hasta lo que escucho en mi casa; tengo cada vez una colección más grande de instrumentos curiosos. En los temas se partió salir de esa formación clásica. 

Específicamente, ¿cuáles fueron los instrumentos curiosos utilizados en el disco?

Yo toco banjo, hay unos instrumentos hindúes, Germán Díaz, un español, toca zanfona, que si lo ves es como una nave espacial de madera; es un instrumento del siglo X que se usaba para cantos religiosos, con una manivela de un lado, un teclado invertido del otro lado… el sonido es como un violín tocado por Jimmy Hendrix. Está Chavi Lozano que toca vientos en el disco y también toca muleta; la muleta que usás cuando te quebrás una pierna, bueno, la sopla y le sale un sonido de una flauta dulce, pero que en realidad es de muleta. Toca saxo de bambú también. Algunos instrumentos los preparamos mucho, al mejor estilo John Cage, que agarraba un piano y le ponía cosas entre las teclas para que sonara diferente; con esa idea hicimos muchas cosas. Yo toco un banjo en algunos temas, con un puente que se lo hice yo, tiene un sonido particular. Toco instrumentos que se hacen a partir de juguetes, en este caso es una pistola de juguete que la abrís y con  un intercambio de cables y otras cosas, hace que puedas controlar ese sonido, y en el disco hago un solo con eso. Hay serrucho con arco, theremin, que supuestamente es el primer instrumento electrónico que hubo por los años ´30, que se toca sin tocarlo. Esto es: acercando las manos al instrumento generás interferencias y eso suena, nunca lo  palpás, es una antena que acercando la mano modificás el tono y otra antena que acercando la mano modificás el volumen; instrumento inventado por un ruso: León Theremin, que parece que su mujer tocaba  violín, le vino una enfermedad que le imposibilitó mover los dedos y de ahí surgió este instrumento para que ella pudiera seguir tocando.

¿Es un disco imperfecto?

Intenté hacer todo, que te haga la cabeza las capas de sonido y las combinaciones que hay, pero que también sean canciones. Trabajé de varias maneras con las letras, hay un tema que son décimas, el formato de las palladas. Otro tema que es soneto y  a la vez hay canciones que son libres. Hay temas con letras muy largas y temas que dicen una sola frase. Hay laburo en poner las palabras exactas. Hay una versión que es del trío los Panchos, Vagabundo, y otro de Minnie Riperton: Loving You. Hay temas que están grabados para lograr el sonido y la toma exacta y otros que quedaron como salieron la primera vez que lo grabamos. Quería lograr una cosa casera pero de alta fidelidad.

¿Sentís que lo lograste?

Yo creo que sí, el productor fue Nicolás Ibarburu y el noventa por ciento está grabado en Madrid. Creo que la idea general del disco se refleja, por ejemplo, en haberme llevado a Nico Ibarburu, uno de los mejores guitarristas que hay en América y que  apenas tocó guitarra. Hay una magia que yo estoy buscando hace mucho tiempo y es la que me divierte y que me emociona,  que es el dejar que los instrumentos te dominen a vos y no dominarlos vos a ellos. Yo sé que si toco la guitarra tengo un lenguaje y que puedo expresarme a través de ella, pero me parece fascinante agarrar un banjo y tocarlo; la mitad del disco lo toco y no tengo experiencia en tocar ese instrumento: el instrumento te domina. “¡Nico, tocá batería!”. Sabía que la iba a tocar de puta madre porque es un músico increíble,  pero no la va a tocar con la perfección ni controlando todo, como lo puede hacer en una guitarra eléctrica.

¿Hay una búsqueda parecida en lo poético?    

Sí, es lo  mismo pero dejarte dominar por las palabras. El primer tema se llama “Cerebro, orgasmo, envidia y Sofía”, y es una temática que te domina un poco la poesía.

¿Qué te preocupó más  y qué menos en este disco?

Me preocupé mucho por lograr realmente lo que quería. Hay una influencia grande en este disco de los surrealistas, con su manera de llegar a lugares poéticos a través de un juego o un sueño. No es un disco improvisado, pero a la vez toco instrumentos que toqué por primera vez en ese momento.

¿Qué género está más presente?

El funk pasa al frente. Aunque los temas sean una milonga, igual en los arreglos está presente el funk; yo le llamo “agrofunk”. 

¿Cómo es la experiencia de tocar en España, cómo respondió el público español ante algo que para la mayoría era desconocido?

Está buenísimo, armé una banda, un quinteto, con españoles y con Patricio Petrucelli, que está en Europa. Tocábamos en boliches, festivales, teatros. Ya está bueno tocar para otra gente que te va a ver como super pura, cero prejuicio, tiene como ese pro y que no tienen una idea formada de nada y a la vez podés dudar en un principio si manejarán los mismos códigos, porque las canciones son todas sobre mi vida o cosas muy cercanas. Es alucinante ver cómo se emocionan y conectan de igual manera.

¿Te resulta más difícil tocar acá que allá? 

Sí, hay un lado funcional que allá es más fácil, hay un circuito alternativo mucho más grande y en mi está la curiosidad y el desafío de ir a lugares desconocidos; me da energía viajar y llegar a lugares muy distintos, conectar con la gente con temas que vos hiciste acá. Es una experiencia fuerte y enriquece mucho artísticamente.

¿Cómo fue la selección de los invitados en el disco, Arnaldo Antunes y Juana Molina?

Ellos son músicos que admiro y disfruto muchísimo lo que  hacen. Tocar con gente que admirás es alucinante. Yo acá toqué con Rada, Hugo Fattoruso, Leo Maslíah y fue increíble. Especialmente Arnaldo es un músico que admiro, me identifico y lo sigo todo el tiempo. Es increíble que alguien que vos sentís que tenga tanta afinidad también la sienta después contigo, es muy emocionante. Nos conocimos en Madrid, enseguida conectamos bien y me quedé feliz por ese contacto e intercambio de material,  pero en ese momento no pensé en invitarlo para nada. En el tema “Cerebro orgasmo envidia y Sofía”, hay una letra en particular que dice: “Orgasmo, Orgasmo”, y ahí dije: “Ta”,  esto sería ideal que lo cantase Arnaldo y ahí fue una iluminación. Le escribí, le mandé el tema… Recibir un mail de él diciendo: “Adorei a letra”, fue maravilloso, y lo grabé en su casa en Sao Paulo, con Nicolás. 

Con Juana fue similar, fuimos a su casa en Argentina a grabar y pasamos un día tocando y buscándole la vuelta, sabiendo el fin del camino pero no el recorrido para llegar a él.  

¿Cómo consideras el disco?

Es un disco con mucha info y en los arreglos tiene eso de minimalista.

¿Tuviste otras experiencias de trabajo en Madrid?

Sí, varias. El que tocaba el chelo tiene un bar y tocamos varias veces ahí. Me acuerdo que un fin de semana faltó un barman y terminé el fin de semana trabajando de barman; todo eso creo que aporta, tiene que ver con  la búsqueda del disco. Grabé como invitado en varias bandas y toqué mucho con Jorge Drexler en algún show de él y él en algunos míos.      

Y de ahora en más, ¿qué planes hay?

Tocar, me voy a España en abril, un mes y medio a presentar el disco: “El evangelio según mi  jardinero” y voy a cruzar todos lo meses a Argentina para mostrar el material. Acá en Uruguay es el lugar más incierto, la idea es que salga el disco en marzo, abril, pero aún no está totalmente definido. Este mes voy a  grabar un video de “Cerebro, orgasmo, envidia y Sofía” que saldrá acá, en Argentina y en España también. 

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