SieteNotas

La Tabaré en Sala Zitarrosa

17/12/2004

con el espíritu intacto

Más de cincuenta mil personas en Durazno, grupos por todos lados, conciertos a cada rato, muchos discos editados y de muy buena calidad y cada vez más medios de comunicación prestándole atención como si se tratara de un fenómeno... En fin: sin duda que el rock en los últimos años ha ganado mucho terreno en todo lo que tiene que ver con lo popular, con la calidad de su sonido y con el profesionalismo que se maneja en estos momentos. Hasta nuestro principal balneario prepara sus propuestas veraniegas al compás del rock and roll.

Pero esto no siempre fue así: mientras que en los ‘60 y ‘70 se daban los primeros pasos con la incertidumbre de lo que pasaría en el futuro, durante la dictadura, los que se quedaron pelearon con dientes apretados para que esto sobreviviera. En los ‘80 y en la primavera democrática, el rock dio su primer coletazo de popularidad, pero claro no pudo hacer mucho en comparación con el gigantismo del canto popular. Y en los ‘90 se volvió a un letargo que más tarde la movida tropical se encargaría de callar casi del todo.

Lo que sí siempre fue igual es el espíritu con que se movieron los músicos en todo este tiempo de altibajos. Uno de esos músicos es Tabaré Rivero: constante en su propuesta, siempre peleándola para hacer llegar sus canciones (sea como sea) y brindando lo mejor arriba del escenario. Obviamente que el toque del 17 de diciembre en la Sala Zitarrosa no fue la excepción.

Con el pretexto de presentar su CD 18 Años Vivos” y su libro de poemas “Caso en Dispax”, La Tabaré se juntó con su público para despedir el año de la mejor manera: tocando.

A diferencia del concierto en el Plaza el año pasado, este de la Zitarrosa fue más compacto y familiar. Compacto porque la banda suena más ajustada que nunca: con el guitarrista Hernán Rodríguez disparando sonidos que hacen erizar la piel, ya sea en los punteos o en el acompañamiento, y con Mónica Navarro cantando maravillosamente. Familiar porque horas antes había nacido el hijito de Fernando Alfaro (batería) y también por la presencia del público que incluía a la abuela del bajista Diego Varela.

Además de las viejas y nuevas canciones de La Tabaré, hubo tiempo para un pequeño homenaje a Luca Prodan a 18 años de su muerte (que ese mismo 17 se cumplían), con una versión del tema “Crua-Chan”, con gaita y polleras escocesas incluidas; y también para la formidable performance con luz negra de los titiriteros del Cerro: parecía animación en 3D en vivo y en directo.

Durante las casi dos horas de espectáculo, La Tabaré demostró que a pesar de los años, de las idas y venidas y de las bajadas y subidas de este largo camino; sus canciones y su mensaje siguen estando ahí, con el espíritu intacto, teniendo claro que tanto ayer en el under como hoy en el apogeo mediático-popular, la esencia es la misma, y que –obviamente- sigue siendo rock and roll.

Nicolás Hidalgo

Comentarios
1/2/2005 | Victoria Medina
impresionante la taba en la sala zitarrosa...sigue siendo rocanrol por muchos años más...
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"...se vuelven bravas las canciones, por ejemplo, cantadas en Australia, en Estados Unidos... ahí es brutal, porque vos ves a los... mirás para abajo de la platea y ves a los viejitos que no tienen nada que ver, que los han llevado porque los hijos de sus hijos ya tienen sus novias... imposible volver, los viejitos sin saber el idioma ni nada lagrimeando ahí abajo...".
Pepe Guerra, 15/1/2000
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