SieteNotas

La Tabaré, simplemente canción uruguaya

23/10/2002

En algunos casos provocativa, en otros intimista, siempre pareciéndose a sí misma; La Tabaré ha acostumbrado a su público a esperar y recibir algo nuevo en cada aparición, como se pudo constatar una vez más en la presentación del pasado 29 de setiembre, en la Sala Zitarrosa.

Dueña de un lenguaje que transita por dos vertientes paralelas: por un lado el cuidado que ponen en las letras; por otro esa incesante búsqueda compositiva, con la que logran fusionar los ritmos más diversos; han sabido ocupar desde siempre un sitial de privilegio entre las bandas uruguayas sin apartarse nunca de su camino.

Siguiendo esa línea, hoy nos sirven esta “Sopita de Gansos”, octavo disco en el que nos propone más de lo mismo pero diferente; tensan la cuerda, se exigen y exigen al público, en una obra que debe ser escuchada con atención para descubrir que los sonidos se completan con la irreal puesta en escena.

En este gran caldo de cultivo, se nota la mano del equipo: Hernán Rodríguez (en guitarra), Mónica Navarro (en voz), Jorge Pi (en bajo y contrabajo), Andrés Chessa (en percusión y cajón peruano); y la sazón de gente que como Fernando Cabrera (responsable de la producción) y Daniel Báez (en el sonido) se sumaron al grupo para coronar la obra.

De esa obra, de sus claroscuros, de lo que implica esta etapa acústica y de ésta Tabaré... hablamos con el Sr. Tabaré Rivero.

- El mes pasado en la Zitarrosa se presenta esta “Sopita de Gansos”, un disco en el que vienen trabajando desde....


- Desde hace mucho tiempo. Creo que empezamos a armarlo prácticamente cuando dejamos de grabar el disco anterior, eso fue en el año 99. Igual siempre hay un impás, pero en el año 2000 estábamos viendo los temas y sobretodo discutiendo, porque ésta es una banda que discute mucho. Yo quería grabar un disco acústico desde hacía mucho, incluso quería que el anterior fuera un disco acústico, pero los músicos se opusieron, esta vez los convencí. Mi trabajo empezó cuando terminamos el anterior y dije: "Bueno, el próximo va a ser un disco distinto a esto que venimos haciendo siempre: va a ser acústico". Así empezamos el año pasado tocando algunos temas, en noviembre empezamos los ensayos y lo terminamos de ensayar el último día de grabación que fue... en julio ¿no? Como verás, fue una grabación larga: la primera toma la hicimos en marzo y lo terminamos de mezclar a mediados de setiembre. Nunca habíamos demorado tanto en grabar, sin embargo éste disco nos dejó muy satisfechos a todos.. Incluso creo que después de: “Placeres del sadomusiquismo”, y sobretodo a nivel sonido, este es el que más nos gusta.

- ¿Dónde lo grabaron?

- Lo grabamos en Octopus, el estudio de Daniel Báez; él lo masterizó. Además puso una onda total. A él y a las ganas que puso la gente de Octopus le debemos gran parte del disco. Ellos nos apoyaron porque, según su concepción, la música que vale la pena tiene que estar bien hecha, tiene que estar bien grabada; y por eso el apoyo. El disco salió gracias a la gente de Octopus y gracias a la producción de Fernando Cabrera.

- Un productor de lujo. ¿Cómo se dio esa unión?

- La verdad es que lo llamamos con un cierto temor, pensábamos que quizá no conocía o no le interesaba La Tabaré; o conocía a la Tabaré de antes: más agitona y menos musical. Pero no, nos conocía. Últimamente la había escuchado, había visto alguna actuación, conocía un par de canciones y algún video clip (de Ayuí) y entonces dijo: "Sí". Así, de entrada. Además le pareció un honor que lo llamáramos... y bueno, el honor fue que aceptara. Y sirvió mucho, no sólo porque el disco se grabó con mayor velocidad, sino porque con su aporte se logró amalgamar lo que la banda quería con lo que el técnico de grabación o los aparatos podían hacer. Ese es el trabajo del productor y él lo hizo. Y sin esas cosas de productor estrella, primer mundista, eso de: "Este coro no lo hagas o... ponele un estribillo acá así la canción se vende más". Esas cosas nunca existieron, él fue simplemente el guía para hacer las cosas efectivamente y bien.

- ¿Qué tanto de Fernando Cabrera se deja ver en el disco? ¿Es sólo la producción o hay algún aporte a nivel musical?

- Sí, lo hay. Además de que canta una cantidad de coros; de que hace una voz chiquitita, pero la hace; de que toca una introducción de guitarra y de que arregló otras; está todo el calor humano del tipo. Fernando es un ser realmente muy agradable para tenerlo de compañero laburando. El es músico y poeta de toda la vida, es de esos que siempre se juegan por el arte, pero además de eso está todo el entusiasmo que pone en lo que hace. No me animo a medir en porcentaje cuál fue su aporte, pero digamos que era uno más. En la banda somos cinco los que estamos arriba del escenario y un par de muchachos más por fuera, y bueno, él era otro, un octavo miembro de La Tabaré opinando en las reuniones, escuchando ensayos y tirando para adelante.

- ¿Por qué “Sopita de Gansos”?

- Honestamente, por nada. Después que le puse el título digo que es la sopita que nos hacen comer hace tiempo, pero reconozco que es un slogan que inventé después que puse el título. Creo que siempre me gustó eso de sopita, me gustaba la palabra sopita. Además es por una cuestión de que ésta es una música más light, supuestamente... Sé que me van a tildar de vendido... y bueno... la música es sopita, pero entrale y vas a ver que es mucho más guerrillera que la que hacen otros rocanroleros que andan por ahí ¿no? Lo de los gansos va por el lado también de una canción: “La canción del ganso”, en la que hago referencia a mí, porque yo soy ese ganso que trata de sobrevivir musicalmente en este mundo. Pero lo de sopita es eso: es la sopa, el gran caldo que hay alrededor de todo este ambiente y no es sólo por Uruguay, sino por el ambiente del redord roll y todo eso de la fama mundial y todos los awards y todas esas cosas tontas ¿no?

- Decías que sospechás que muchos, con este disco te tildarían de... ¿por qué? Por qué esperás eso, porque si bien ustedes hace tiempo que están, igualmente tienen esa, no sé si llamarle suerte, de mantener al público viejo y además atraer a ese otro público, a los adolescentes de hoy...

- Sí, por suerte hay una gran cantidad de público viejo -ese que no se fue del Uruguay o incluso el que se fue y manda mails y está al tanto-, hay otra cantidad de público mayor que... mayor quiero decir, los que ahora tienen más de treinta que tenían dieciocho en el ´85 y que ahora con esta movida acústica vuelven a vernos ¿no? Pero hay también muchos adolescentes a los que les viene gustando la movida, aunque no falla nunca aquel que, porque yo antes apretaba el pedal de la distorsión y agitaba... y ahora decidí que la cosa tiene que ser más cara a cara, más tranqui, me diga: vendido, te vendiste, te pusiste light... En todo caso respondo: envejecí, y lo digo con orgullo... y llevo toda la rabia por otros caminos. Por eso y porque carece de sentido estar rocanroleando siempre, no siempre, sobretodo en estos tiempos...

Igual siempre aparece algún bobo que me grita algo y eso no me preocupa porque siempre ha sido así. En la época que la banda era bien pesada, también había alguno que no le gustaba la ropa que me ponía y se ofendía. Siempre hay algún crítico y en Uruguay pasa que uno tiene todo muy cerca, entonces los ves por la calle o en el ómnibus y corrés ese riesgo; que no es ningún riesgo tampoco, porque nadie es agresivo y la cosa queda en el comentario: “te vendiste”, y esas cosas, que uno dice: "Bah!". A esta altura seguir con eso y preguntarse qué es la venta... ¡ojalá me pudiera vender... si alguien me pudiera comprar! (risas)

- En el chat del otro día decías algo así como que en este momento de tu vida querías que la música se transpirara menos y se escuchara más: ¿este disco va por ese lado?

- Sí, en el disco hay mucho de eso, y eso es lo que vengo escuchando yo últimamente. Es decir: hoy estoy disfrutando muchísimo más con los cantautores. Hoy cuando pongo un CD quiero escuchar claramente lo que me quieren decir y no disfruto tanto con aquellos que, primero me aturden y después hay que prestar atención para ver qué me quisieron decir. Y no me refiero a letras complicadas, de pronto una poesía no es fácil de entender y sin embargo es artística y la estoy entendiendo, quizá no exactamente el concepto, pero si estoy entendiendo hacia adonde apunta ese artista. Me parece que hay que cuidar y tener ojo con esos músicos, esas bandas o esos artistas, sea lo que sea que hagan, a los que no se les entiende para qué lado van. Aquellos que ni siquiera saben para qué se suben al escenario, ni cuál es la ideología que los hace, o no, la falta de ideología que los hace estar ahí expuestos al aplauso y a toda esa cantidad de egos que rodean el espectáculo.

- Hablemos de las letras de La Tabaré, a veces pasa que muchas de ellas tienen una densidad poética que las legitima como textos independientemente de lo musical. ¿Es tan así? Los temas se piensan como texto y después se le agrega el resto, o ...

- Generalmente los temas son primero música y después letra, pero sí, son pensados... muy pensados. Yo compongo melodías, me salen muchas melodías con facilidad, pero me paso mucho tiempo eligiendo cuál de esas melodías, finalmente quedará. Muchas veces pasa que se me olvidan, no siempre tengo la paciencia de grabarlas, pero cuando las grabo y las escucho, me pasa que las melodías que ayer me encantaban hoy ya no me gustan, o son muy simples o son complicadas de más, en fin... Voy buscando la melodía que me viene gustando, y cuando la encuentro empiezo a hacer la letra. Eso me puede llevar un año o dos, o de pronto un mes y medio. Nunca hice una letra en una semana, y menos que menos en un día, y si la hago en una semana, después paso mucho tiempo corrigiendo las palabras cursis o las que se repiten en canciones anteriores, porque no quiero volver a hablar de lo mismo. No me importa repetir los acordes en una canción o aquello de que: "Ah, esta canción se parece a aquella otra...”, y bueno, sí... se parece, hagámosle otro arreglo. Ahí entra a jugar el papel de los músicos y su aporte es fundamental, son sus arreglos los que hacen que la canción sea distinta ¿no? Pero la letra me lleva mucho tiempo, y siempre intento que la letra pueda ser leída además de escuchada.

Me interesa que si alguien entra a la página y se le ocurre leer la canción, ésta tenga un ritmo propio, y que después exista con melodía también. Me ha pasado, cuando me compro un disco, de leer las letras sueltas en los sobres antes de escucharlo, y decir que horrible esto. Después, cuando los escucho me doy cuenta que no son tan horribles, pero pienso qué lejano está esto de la poesía... Y si bien creo que La Tabaré no es poesía decididamente, intenta serlo, busca el camino. Le falta metáfora y le falta... bueno, el ángel del poeta, pero está la letra, cercana a la canción poética.

- No es poesía, no es rock and roll y es fusión de varios ritmos, es folklore y todo eso ¿no? pero ¿qué pensas que es en realidad? ¿qué es hoy?

- Rock and roll no es por decisión. Poesía no es por incapacidad... ¡ojalá lo fuera!. Yo le llamo simplemente canción. La Tabaré es canción uruguaya. No es ni pop, ni rock, eso no existe más. No es canto popular probablemente, pero sí se nutre de él; no es candombe obviamente, a pesar de que toda mi vida viví en este barrio, o muy cercano a este barrio (Palermo concretamente). La Tabaré no tiene nada de eso, pero sin embargo, en ella aparece el candombe, aparece la murga, aparece el rock también, aparece el pop, aparece todo... y hasta por qué no, un ritmo de salsa. Pero creo que en realidad es la música de Montevideo, es la canción uruguaya: vivida desde este punto del planeta, sentida desde acá, grabada y tocada con las condiciones técnicas de acá, con los instrumentos y la amplificación de acá. No queremos parecernos a una banda anglosajona, obviamente tampoco a la gran mayoría de las bandas argentinas, y poco tenemos con el resto de Latinoamérica o de Sudamérica, pero sí podemos rescatar algo de todos y eso es lo que enriquece, de alguna manera, este crisol de cosas.

- Volviendo a la sopita, ¿qué tema te gusta más?

- Todos, es difícil elegir. Hay un tema que se llama “La enemistad” que lo estamos tocando mucho, que fue el primero y que tiene aire de corte, y es de esas canciones que me gustan mucho, pero todas las canciones me gustan. Algunas de las que quedaron fuera también nos gustaban y me consta que a la banda también, porque siempre a la hora de elegir terminamos diciendo: "Páh, no pusimos tal o quedó afuera tal...". Y bueno, no podemos hacer todo el disco más temas viejos, verdad, tenemos que elegir y es difícil. Capaz que hay alguna canción que es menos tocable, porque es más lenta y en algún lugar muy grande o en esos conciertos que empezamos a tocar a las tres y media de la mañana, donde la gente ya consumió alcohol, no podemos cantar ninguna balada suavecita porque te gritan: "Tocá “Malambo delictivo", -un tema de nuestro segundo disco-, pero, si podemos tocar en lugares más tranquilos o a horas más tempranas, tratamos de tocar temas más suaves. Hay un amplio repertorio para elegir y todos los temas nos gustan, inclusive te diría que me gustan los temas de todos los discos. Si me preguntás si me equivoqué en alguna canción, te digo que así, a primera vista no sé en cuál. Hay algunas que están mal grabadas y hay otras a las que les haría falta algún instrumento más. Por ejemplo a la “Retro cantata onírica”, que es una canción que dura siete minutos y que no tiene ningún estribillo. Pienso que si hubiera estado mejor arreglada y con los músicos que tengo ahora, sería una canción mucho más linda de lo que es en realidad, y sin embargo es una canción... linda.

- ¿Por qué crees que La Tabaré se mantiene presente en la escena musical montevideana? Digamos que hace 17 años que están, y eso... están

- Realmente es un misterio y esto lo saben los músicos de la banda ¿no? porque me ha tocado muchas veces, en el año ´88 y ´89, tocar en el Teatro de Verano junto a grupos de hip hop, por ejemplo como Platano Macho, Peyote Asesino, etc., y decirle a la banda: "Muchachos: apróntense porque este público de hoy no nos conoce para nada y nos van a tirar algo... nos van a decir “fuera”, y “queremos viseras y movimientos hip hoperos”...". Y sin embargo no fue así, sino todo lo contrario. Esa vez fuimos la banda más aplaudida, y me sorprendí mucho. Los músicos me decían que no nos iba a ir bien y yo de verdad -y ellos saben que no estoy mintiendo-, creía que no. Muchas veces dije: "¡La Tabaré ya fue! No puede seguir". Evidentemente La Tabaré nunca fue una banda de moda, nunca fue la primera en el ranking, pero siempre estuvo y creo que eso es lo que nos ha mantenido tanto tiempo.

Eso de que nunca ocupamos el papel de super estrellas, y no fue casualidad que no ocupáramos ese papel en nuestros momentos más roqueros ¿no? Siempre estuvimos pateando el tablero, como dice nuestro representante: "Otra vez van a patear el tablero, otra vez van a dar el paso al costado cuando la gente quiere que hagan esto". Y... sí. Siempre hicimos un disco bien diferente al otro, que es lo opuesto a lo que se hace hoy, que se encuentra ese molde y se repite hasta el cansancio, hasta que deje de dar éxito. Aunque eso es muy raro en este país, porque el éxito no existe, no existe a nivel monetario. Por eso uno hace lo que tiene ganas de hacer, total ¿qué me puede pasar? Que la gente no lo compre... y bueno, si no lo compra es lo mismo que lo compre, no es como en otros lados del mundo. Yo creo que la gente se dio cuenta un poco de eso, se dio cuenta que La Tabaré se maneja con cierta honestidad y creo que es eso lo que nos viene salvando.

- Por eso y por la apuesta a lo estético del tema, porque en cada una de las interpretaciones se juega mucho con los gestos y los movimientos, es como que se mezcla la fuerza del sonido con lo teatral ¿no?

- Sí, hay una apuesta a lo estético en cuanto a los espectáculos, que siempre tuvieron que ver con lo teatral. Eso es un poco porque yo y todas las cantantes que han pasado por la banda tenemos esa formación ¿no? Pero sin embargo, creo que muchas veces hemos descuidado la parte estética, a nivel imagen; quiero decir: hemos subido al escenario vestidos de cualquier manera, a veces peor que lo que la bohemia lo permite. Pero la estética arriba del escenario pasa sobretodo por poner textos y actores además de pantallas y otros elementos que completan al espectáculo. Sin embargo, creo que eso lo estamos mejorando: no nos estamos vistiendo mejor pero hemos mejorado en cuanto a luces, en cuanto a sonido. Fuimos los primeros, por ejemplo, que trabajamos con boleadoras, fuego y malabares, luego se puso de moda. A veces fue por casualidad, comenzó con la idea de suplantar aquello del rayo láser y la gran iluminación por actores que dijeran algo, para no ser una bandita de rock que simplemente tocaba un tema tras otro y nada más.

- En esa movida, a la hora de pensar el espectáculo, ¿cuánto del Tabaré actor se mete en escena?

- Mira, mi amigo del alma Darnauchans, me define como un cantactor. Me dice: vos no sos un cantante, ni un autor, ni siquiera un actor; sos un cantactor. Vos me dirás qué es ser cantactor; es ser un tipo que recién ahora con esta movida acústica, está aprendiendo a afinar más. Un tipo que durante mucho tiempo apeló al grito desesperado y ahora apuesta a una comunicación directa y apela a la expresión... ahí está el teatro. Antes la cosa era: comunico y me expreso, y la gente vibraba a partir de gestos o de expresiones de desesperación y llamados de auxilio... que sé yo. Ahora aparece un poco más el cantante, ahora me preocupa un poco el canto en sí, y si estoy fuera de tono pido la nota de vuelta y le doy valor a muchas cosas que durante un tiempo no creí que fueran importantes. Por mucho tiempo creí que lo que más importaba era el contenido, la letra, lo que se expresaba, ahora veo que importa todo: lo que se expresa y cómo se expresa.

- Y en esa búsqueda el hecho de ser éste un disco acústico ayuda mucho ¿no?

- Sí, y creo que aprendí mucho más, musicalmente hablando, en este último período de acústico, que todo lo que había aprendido en estos tantos años de banda. Ahora hay como un sentarnos alrededor de la mesa, ensayamos alrededor de una mesa escuchándonos, haciendo voces. Antes cantábamos al unísono y no nos importaba nada: sólo el coro diciendo esto. Ahora hay todo un montón de discusiones que han enriquecido el trabajo. Obviamente que eso se da gracias a los músicos que están tocando en la banda también, porque muchos de ellos vienen del jazz y otros de la Escuela Universitaria de Música. Son tipos que se pasan ocho horas con su instrumento y tienen que laburar en otras cosas, pero igual ensayan cuatro horas diarias por lo menos. Ellos me están enseñando a mí y a la cantante. Fijate que La Tabaré nunca se separó, nunca se tomó vacaciones y sin embargo tocábamos poco. Tuvimos un tiempo de mucha conversación telefónica intensa, con mucha discusión. Ahora en cambio también se discute, se opina, se planea -después los planes agarran para otro lado-, pero fundamentalmente se hace música. Yo estoy mucho más contento, y ahí si hay diferencias en la banda con el tocar. Por ejemplo, me preguntaban por qué no tocamos en el Teatro de Verano el otro día, y que sé yo, ahora preferimos estar en boliches chiquitos... Elijo la intimidad porque estoy pasando por un momento en el que prefiero una comunicación musical más directa. No todos los de la banda pensamos igual, por ahora nos vamos entendiendo en ese ir y venir de ideas distintas, pero de eso se trata: discrepar y ver qué pasa.

- ¿Cómo se conforma esa familia que discute y aguanta la banda?

- Esa familia de la que te hablaba, está integrada primero y principalmente por los músicos. Si bien hoy te decía que Fernando Cabrera fue un gran porcentaje del disco, él es tan sólo una octava parte y yo soy otra octava parte. No soy La Tabaré aunque el grupo lleve mi nombre, La Tabaré son los músicos. Es Hernán Rodríguez, es Mónica Navarro, es Guillermo, es Jorge Pi, Andrés Chessa, es el Pipo, es Super en las luces, Javier el plomo y Andrés Rega en la producción, en fin... ellos arman La Tabaré. Ellos deciden qué canción tocar y cómo tocarla. Ellos hacen los arreglos, endulzan la cosa o le ponen garra a una canción y la cantan. Lo mío es ponerme en la canción, cantar y responder a las entrevistas, pero ellos son muy buena parte de todo esto y La Tabaré se mantiene también por ellos. Me atrevería a decir que hay algunas personas más, porque por ejemplo hay un pibe que siempre filma, que no es imprescindible, pero es imprescindible para nosotros porque después nos juntamos y vemos lo bueno, lo malo y nos tomamos un vino mientras miramos eso. Es como una familia, es parte de la familia... Es esa gente que está siempre, que están haya plata -aunque plata nunca hay-, haya unas chauchas para repartir o nada, siempre están. Esta es una linda familia que hemos logrado, con sus peleas familiares también pero... Nos costó mucho tiempo, pasaron muchos músicos por la banda, siempre estuvimos buscando una banda armada y este es el momento más cordial.

- Crees haber llegado a ese grupo “ideal”

- Mirá, vivimos en tiempo en que el ser humano con el ser humano no se está llevando muy bien, por ahora puedo decir que estamos bien, bien, pero bueno, todos tenemos problemas distintos ¿no? Está el que no tiene plata para estudiar y está el que no tiene plata para comer dentro de la banda. Está el que está en el seguro de paro y se le acaba dentro de poco y está el que por suerte tiene trabajo... Y bueno, se amalgaman las ideas y las inquietudes y se decide hacia dónde ir. Por ahora las charlas vienen siendo lindísimas, con alguna discusión fuerte siempre; pero en otro momento y por cuestiones de ego nos hemos agarrado a piñas, así que... estamos pasándolo tan bien ahora que... Disfrutémoslo.

- Para finalizar, ¿cómo te sentís siendo músico a los 40 y...?

- A los 45 (piensa en silencio y responde lentamente) No sé... Quiero decir, ya no tengo la esperanza que en algún momento a esta banda le iba a ir BIEN; quiero decir, como a Jaime Roos y esa cosa. Pero como te decía hoy: nunca hicimos los caminos apropiados para eso. Pero bueno, que sé yo, Sumo tampoco los hizo. Yo era un treintón largo ya y todos teníamos esa idea, y yo acompañaba ingenuamente la idea de que en algún momento nos iba a ir mejor. Nunca nos imaginamos que el camino era la Argentina, siempre la idea era que el día que fuéramos allá ahí iba a estar la plata y no acá en Uruguay. Ahí iba a ser el momento en el que íbamos a dejar de pasar mal ¿no? con esto de la música. Pero desde que pasó lo que pasó en diciembre allá y lo que pasó acá... que me encuentre ahora a los cuarenta y pico queriendo hacer justamente música acústica, es como una tranquilidad. Es como decir: "Bueno, me siento muy en esto porque puedo mantener la frente en alto y sé que nunca canté una canción boba". Nunca no sé... capaz que canté alguna pavada por ahí o dije alguna pavada. Creo que en mi aspecto artístico, como cantante, siempre fui mucho más inteligente y mucho más pensado por suerte, porque como acá se graba cada dos o tres años, tuve la posibilidad de pensar el material. En cambio, no pasó lo mismo en las entrevistas, creo que me he mandado muchas pavadas en entrevistas. He dicho muchas bobadas de las que estoy en contra, he agredido a gente que no merecía ser agredida. En eso sí me veo mal, pero a nivel del músico estoy bien conmigo mismo. Siempre hice lo que me gustó y es una especie de privilegio que tengo en esta vida. Nunca hice un mango con esto, pero bueno... no es poco estar en Uruguay, cantar canciones de uno, decir las cosas que uno quiere decir en sus canciones, subirse al escenario y hacer teatro con buenos actores, haber elegido –sacando lo de la televisión-, siempre los personajes que quería hacer, elegir a los actores con los que quería trabajar y con los cuales no. Yo que sé, ahora puedo elegir, a veces no querés compartir con algunos y con otros sí; siento amor por algunos y por otros no tanto. Broncas no tengo con nadie, entonces está bueno ser músico a los cuarenta y pico y todavía tener ganas de... Todavía se me ocurren canciones, aún me salen letras; todavía tengo cosas que comunicar, comunicarme, y de paso, si a alguien le gusta, y por suerte generalmente sí, mejor. Sigo cantando.

Leticia Fraga


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