"Al contrario de lo que dicen algunos instructivos: no lo repitan en casa, éste espectáculo sólo se puede hacer en casa"; decía Jorge Drexler a propósito de "Cara B", el show que estuvo presentando los pasados 23, 24, 25 y 27 de mayo en el escenario de la Sala Zitarrosa.
Y lo decía porque este concierto, que lleva el nombre del track número 7 de su disco Llueve, si bien incluyó algunos temas de sus dos últimos trabajos discográficos [Sea y Frontera] como "El pianista del gueto de Varsovia", "Tamborero", "Sea" y "Frontera"; significó básicamente una recorrida por canciones compuestas hace bastante tiempo, incluidas en sus materiales más viejos, y en general pocas veces interpretadas en vivo. Esa base musical, más algunas versiones y un par de novedades, constituyeron la columna vertebral de "Cara B".
"Los Olímpicos" marcó el comienzo del recital, pero el clásico de Jaime Roos no fue la única versión de la noche. En efecto, Beck, Lorenzo Giovanotti y Caetano Veloso también fueron interpretados por este versátil artista, que canta tanto en inglés, como en italiano, como en portugués.
"Gurí pescador" de Osiris Rodríguez Castillos fue quizá el cover más aplaudido, no sólo por la canción en sí, sino también por el invitado de lujo con quien la interpretó a dúo: Fernando Cabrera.
Otro de los momentos más altos, fue una potente versión "mix" de "Gurisito" de Daniel Viglietti, con "Menores" de Fernando Cabrera, que demostró la contundencia de la banda y mostró a Drexler en su costado de más roquero.
Entre las composiciones más "veteranas" sonaron "Luna en el Cabo" y "En blanco y negro" del disco La luz que sabe robar, "La luna de espejos" y "Tu voyeur" del compacto Radar, y "Milonga Reggae", "Cara B", "La huella de tu mirada" y "Montevideo" del CD Llueve.
Entre las novedades figuraron "Polvo de estrellas" y "La milonga del moro judío", ésta última con cita poética como estribillo, "gentileza" de Joaquín Sabina.
Más allá del carácter novedoso del espectáculo, por la inclusión de curiosidades y rarezas, hubo algunos elementos que se mantuvieron en relación a presentaciones anteriores.
La conformación básica del plantel fue una de ellas, ya que, como es habitual, incluyó a Gonzalo Gutiérrez en bajo, a Edú Lombardo en percusión y a Luciano Supervielle en teclados, programaciones y samplers; sumando en esta oportunidad a Martín Ibarburu en batería y a Carlos Casacuberta en guitarra eléctrica.
También se conservó la estructura general de todos los shows de Drexler: un primer tramo con toda la banda, un segmento central solo con su guitarra, y una parte final con toda la banda nuevamente sobre las tablas.
Pero la otra constante, quizá la más relevante, tiene que ver con el aire que suele respirarse en sus recitales. Porque Jorge Drexler consigue, como pocos, generar con el público un verdadero clima de cercanía e intimidad. Y lo logra, gracias a su voz pequeña y delicada, a sus letras de inusitada altura poética, y a su ductilidad expresiva para abordar con igual idoneidad candombes, zambas, bossas y milongas; en resumen gracias a su indiscutible talento.
Analía Camargo