Tocando alegría
Rossana entró a Fun Fun como quien entra por la puerta de su casa. Acompañada por los músicos, algunas amigas y un par de niñas, se sentó en una mesa a preparar el recital. Supuestamente, el miércoles 27 de junio sería la última noche del “ciclo Rossana Taddei” en dicho bar, que tuvo lugar todos los miércoles del mes. Afortunadamente para los distraídos, durará dos miércoles más.
Fun Fun rebozaba de gente, el bar/tanguería se quedó sin mesas disponibles una hora antes de que comenzara la presentación. La gente ocupó no sólo las mesas sino también la barra, esperando a la cantante. Al llegar, los músicos se acercaban al encargado con el cual hablaban de detalles eléctricos y de sonido, de fondo se escuchaba Jaime Roos. De a uno los instrumentistas fueron afinando, hasta que minutos antes de las 23 horas se reunieron todos sobre el escenario; jugueteando, Gustavo Etchenique tocaba en su batería sobre “Cometa de la farola” que todavía sonaba en los parlantes, mientras una Rossana vestida de negro y rojo saludaba con la mano a todos los conocidos que había en el lugar.
El primer tema, “Prímulas rubias” se lo dedicó a su ahijada, Daiana, una niña de no más de cuatro años que dormitaba en los brazos de una mujer. Mientras la cantante se lucía frente al micrófono la gente continuaba comiendo, los “Una muzza a la 14” de los mozos arruinaban el ambiente musical y el sonido no era el mejor. Sin embargo Rossana, aunque un poco distraída con el ir y venir entre las mesas, logró una vez más divertirse y divertir, entusiasmando al público para que cantara con ella, contando sus graciosas anécdotas sobre la tía, la abuela y todo aquel familiar que se le ocurriese, y bailando sobre el escenario.
Acompañaron a su guitarra criolla el ya mencionado Gustavo Etchenique en batería, Eduardo Mauris en guitarra eléctrica y Mateo Moreno –ex No te va gustar– en bajo. El repertorio continuó con varios temas presentes en su nuevo disco: “Tocando el agua”, que salió en los últimos días de junio. Estos temas fueron “Todo tiempo pasado fue mejor”, “Poder sonreír” –también grabado en Saliendo al Sol, su anterior trabajo– y “La cosa más rica”. Justo cuando ella y Eduardo Mauris quedaron solos sobre el escenario para interpretar la versión de Leo Maslíah de “Naranjo en Flor”, compuesta originalmente por Virgilio y Homero Expósito, un inconveniente eléctrico impidió que su guitarra siguiera sonando, por lo cual “Piti” –su ayudante de escenario– se la llevó, “Está en el CTI” – bromeó Rossana.
Luego de “Jacinta dín don dan” –presente en Alas de Mariposa, al igual que en el último disco– realizaron un corte, del cual volvieron –criolla bajo el brazo– con “Pies de Anahí” y otra interpretación, esta vez de un tema de Aníbal Sampayo, “Qui yororó”. Le siguieron “Parece una estrella” y “Mariposa Negra” de Alfredo Zitarrosa, que Rossana versiona en su nuevo trabajo, en esa interacción que ella disfruta con los músicos y artistas que gusta y respeta; lo mismo se aplica a “Desde lejos” musicalización de un poema de Delmira Agustini.
El final llegó con “Extraño esa sensación” –tema nuevo– y “Via con me” de Paolo Conte, tema que aprovechan para que cada uno de los músicos se luzca durante algunos segundos mientras Rossana los presenta e incita al público para que los aplauda. Ante el grito de “otra, otra” siquiera llegaron a bajarse del escenario antes de hacer un tema más: “Luz que llega”, con el cual cerraron definitivamente el espectáculo.
El productor había llevado varios ejemplares del último disco de la cantante para venderlos. Al cierre, sólo uno quedaba en sus manos. La compra impulsiva del público es un claro reflejo de lo que Rossana ofrece en vivo, no sólo crea música, también genera alegría.
Andrea Martínez