SieteNotas

Jorge Drexler en El Plaza

8/6/2005

guitarra y vos

Un Cine Plaza con auditorio repleto. Un público heterogéneo saborea la adrenalínica  tensión previa a vivir el espectáculo. Y en lo alto del escenario, casi vacío, una guitarra cita a Kiko Veneno con los acordes de “Volando Voy”. La voz de Jorge Drexler la sigue, como acariciando el aire de la sala. La gente responde con el primer tímido entusiasmo de la noche… Así comienza “Guitarra y Vos”.      

La sensación de estar solo, frente a la música que cantaban las cuerdas, fue por momentos real. El susurro del silencio del otro lado de las tablas y la figura de Drexler en el centro de la escena - apenas acompañado por Huma en la guitarra eléctrica- fue el ingrediente clave para lograr una íntima conexión.

El que esperaba un show muy acústico, tal vez se vio traicionado por el constante aderezo electrónico de la mayoría de los temas, no siempre tan acertado. Sin embargo, resulta interesante el sin fin de sonidos que el cantautor uruguayo logró jugando con una pequeña consola de efectos que, al unísono del ritmo propio de cada canción, creaba una atmósfera renovada.

Más allá de la psicodelia, Drexler no olvidó que la homenajeada en la ocasión era su guitarra, y mientras la enseñaba orgulloso a todo el público, pidió un aplauso para ella. La permanente comunicación es el común denominador en todas sus presentaciones, y entre palabras de afecto y respeto, se mezcla un toque de picardía y de humor muy particular.        

Pero además de palabras hay sobre todo melodía y poesía. “Eco” (material discográfico editado en el 2004) fue recorrido de principio a fin, con una versión conmovedora de “Milonga del moro judío” y otra delicada y exquisita del track que lleva el mismo nombre que el disco. “Se va, se va, se fue” generó uno de los espacios más interactivos de la noche y “Todo se transforma” –último tema antes del bis- fue uno de los más pedidos y ovacionados.

“Polvo de estrellas” vino de la mano de un blanco mental que dejó al cantante sin letra, dificultad que supo sortear con soltura. Y no faltaron los ya clásicos: “Sea”, “El pianista del gueto de Varsovia”, “De amor y de casualidad”, “Horas” y “Tamborero” –con una interpretación experimental destacada-.

Los invitados fueron todos personajes muy allegados a Drexler: su hermano mayor Daniel, su esposa: Ana Laan y Luciano Supervielle: integrante desde hace años de su banda uruguaya.

El reciente ganador del Oscar sigue cruzando los puentes de la música con humildad, demostrando su versatilidad y estilo propio. Es que cuando el talento es del alma no se agota en patrones repetidos, ni se confunde con la gloria propia del mundo de las ideas.                         

Viviana Scirgalea

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