3 Plazas para la buena estrella

Aquella Trampa, que para muchos uruguayos se ha transformado en una banda de culto, ha dado un nuevo ejemplo de lo que es tener tras de sí a un público fiel, que no duda en ponerse la camiseta cada vez que se anuncia que ésta, su banda, se presenta en la ciudad.

Apenas uno iba llegando al Cine Teatro Plaza, ya podía percibir lo que allí iba a ocurrir. Desde lejos un sin fin de camisetas -de todos los tiempos-, pintadas con el símbolo característico de este grupo montevideano, se dejaban distinguir.

“Buena Estrella”, era el nombre elegido para el espectáculo. Nombre que según el grupo  refleja el momento por el que pasa la banda y el rock en nuestro país. Y que auguraba lo que sería un recorrido por buena parte de la amplia producción artística que el grupo ha dado en estos catorce años de trabajo.

Como un buen hechicero y mejor intérprete de la realidad, la voz de Garo Arkelián  adelantó lo que vendría. Y con la camiseta bien puesta músicos y fanáticos salieron a la cancha mientras a través de una pantalla gigante –colocada al costado del escenario-, centelleaban, inmortalizados, los rostros de cientos de seguidores; aunque en espíritu  todos eran uno.

Así comenzó un show que no sólo fue una celebración impecable, sino que de algún modo fue una síntesis de las últimas décadas de la vida uruguaya. Con canciones que lograron conjugar la desvergüenza del sentir criollo expresado con lenguaje rockero y el sentir rockero dicho en lenguaje criollo.

La lista de hits parecía interminable, más cuando se escuchaban todos juntos. Uno a uno los temas fueron inundando la escena, reviviendo con “Resurrección”, agitando con “Mar de Fondo” y “Caída libre”, palpitando con “Las cruces del corazón” y “Calaveras”. 

A esa altura, todos nos merecíamos hacer un alto para recargar las pilas y seguir andando. Entonces Garo tomó la posta y propuso “Echar al baterista y llamar a un amigo: baterista de Buitres, de Cursi, de Nada Que Hacer”. Entonces desde la tribuna saltó el aplauso -y todo el Plaza se sumó- cuando la figura de Irvin Carballo ocupó el asiento de Alvin (Álvaro Pintos). Con Irvin cuidando las espaldas y con los ojos bien abiertos la “Muerte serena” volvió a latir, seguida de “Cruz diablo”, “Perdidos en Montevideo”, “Buena Droga” y “La mordida”.

Entre hits y hits, el escenario se fue inundando con invitados de lujo. El fuego estaba encendido para disfrutar en las cuerdas de Julio César Corrales, Toto Méndez y Carlos Méndez -las guitarras de Zitarroza- canciones como “Dulces tormentos” y “Si te vas”.  

Pero los muchachos tenían una sorpresa para aquellos tramposos de verdad, aquellos que les permitieron vivir la experiencia de llevar a la gente al estudio y de reflejar eso que pasa entre ellos -cada vez que la banda toca en vivo- en un disco. La suerte estaba echada y el premio fue el disco de oro para uno de los fans. 

Y vos... ¿Querías ver más? Bueno, entonces habría más. Ya que nuevamente Garo – la voz cantante de la noche- retomó la palabra para contarle a ese, su público que “Cuando La Trampa era una idea, miramos para atrás y dijimos: ¡opa! allá hay una generación anterior que nos enseñó de todo y ahí encontramos una forma de valorar la canción, de saber lo que íbamos a hacer; con humildad, tratando de aprender, encontrándole valor a cosas que tenían que ver con el Uruguay y entonces aprendimos de un músico a quien hoy invitamos”. Después de aquella presentación no quedaba más que sentarse a escuchar lo que el formidable compositor Gastón “Ciarlo” Dino “En representación del comité de base de los abuelos por el rock and roll”, tenía para regalarnos: una versión emocionante de “Vientos del sur” y otra conmovedora de “Luna de marzo”.

Avanzada la noche, hubo un tiempo sereno para el estreno de un tema que integrará el próximo disco del grupo “Puente de estrellas”.

El final fue apoteósico: hizo las veces de un “We Are the World” criollo, salvaje y popular, que reunió a todos: banda, invitados y público en un pogo emotivo e inolvidable donde se cantó “Maldición” y se gritó “El oro y la maldad” arriba y abajo del escenario.

Ya pasaron casi quince y a los muchachos de La Trampa nada los detiene. ¡Demasiado para una noche! ¡Demasiado para un solo grupo!

Leticia Fraga