Poetas de lo cotidiano
Él: un cronista lírico de asuntos urbanos.
Ella: una inspirada creadora capaz de transformar situaciones domésticas en instancias poéticas.
Ambos: representantes claves de la rebeldía y la nostalgia de una generación, y referentes ineludibles de nuestra canción.
Luego de más de treinta años de carrera, Vera Sienra y Gastón Ciarlo “Dino” deciden hacer un trabajo conjunto y nos regalan “Homenaje a mi ciudad”: un ciclo que comenzó en la Sala Zitarrosa, y que, dado el éxito obtenido, continúa en diferentes escenarios montevideanos. En él, los dos volvieron a encontrarse con su público tras un prolongado silencio.
El ex integrante de Los Gatos, Los Moonlights, Cero Tres y Montevideo Blues, regresó a Uruguay en 1994 luego una ausencia de cerca de diez años tras su exilio en Suiza. En efecto, el padre de la milonga – rock se radicó en Dolores y desde esos pagos agregó a la lista de “Dino”, “Hoy canto” y “Vientos del sur”, dos nuevos materiales: “Cruzar el río”, junto a su nueva banda La Dolores; y “Autobiografía”, una antología de sus mejores canciones, que figuró entre los preseleccionados para la final de cinco postulantes a los premios Grammy en su versión latina, en la categoría Mejor Solista Vocal de Rock.
Vera Sienra por su parte se retiró de las tablas en 1987 y retornó el año pasado después de un impasse que duró catorce años. Además de realizar exposiciones plásticas individuales y colectivas, y de publicar dos volúmenes de poesía: “Raza de abismo” (1975) y “Crónicas de cornisas” (1982); Vera editó varios trabajos discográficos: “Nuestra soledad” (1969), “Vera” (1972), “En recital” (1982), “Reino breve” (1984), “Hada alegría” (1986) y “Reencuentro” (2001).
Esta vez, las voces de Dino y Vera estuvieron acompañadas por la guitarra electroacústica del primero, por las guitarras de Eduardo Yur (acompañante habitual de Vera) y por dos acompañantes usuales de Dino: Humberto “Gareca” García y Hugo Trova en percusión y armónica respectivamente.
Aunque ambos estuvieron todo el tiempo sobre el escenario, no todas las canciones fueron interpretadas a dúo. Si bien la idea de tandem se apoderó del show desde el comienzo, cada uno interpretó sus piezas separada y alternadamente. Ambos cantautores poseen el singular talento de articular bellas melodías con recursos elementales, y de escribir textos simples, directos y a la vez profundamente poéticos. Por eso en ningún momento se generaron quiebres o rupturas. Por el contrario el halo de esperanza de Vera condimenta con luz el desencanto de Dino, y sus voces, sus figuras, sus actitudes se complementan con la naturalidad de quienes se saben en la misma sintonía y además disfrutan, se disfrutan. La combinación es entonces ideal, el ensamble se logra perfectamente. Y el recital fluye mansamente, sin sobresaltos, ni desmesuras. Pasan las canciones propias, en su mayoría ovacionadas como “Vientos del sur”, “Milonga de pelo largo”, “En ti quisiera quedarme” y “Junto al cristal”; y también las ajenas: de Carlos Gardel, de Alfredo Zitarrosa y de Buena Vista Social Club. El espectáculo transcurre, discurre y el clima de intimidad se mantiene y la emotividad no se pierde. Hasta que, con la interpretación de “Mi Ciudad”: la bellísima canción que compuso Dino hace casi tres décadas, el recital termina de la misma manera que empezaba.
Llega entonces a su fin, este “Homenaje a mi Ciudad”, este tributo a la tierra que los parió, que los abrigó y que sintió piedad. La misma que se protege del frío “echada contra el río / ancho como el mar”.
Analía Camargo