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Jorge Barral , mucho duende 
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 lunes, 4 de julio de 2005
 
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  Jorge Flaco Barral, Es pa ti
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  Jorge Barral , mucho duende
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  Jorge Barral y Hugo Fattoruso, mano a mano
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Más info de Jorge Barral

¿Qué se puede decir o agregar del Flaco Barral? Es difícil. Muy difícil. Y aunque lo quisiera -y fuera de mal gusto- no podría siquiera definirlo dentro de “algo”, debido a sus incansables y decididas búsquedas de toda una vida. Lo que sí puedo destacar -aparte de lo que todos conocemos-, es quizá el sentido del humor, la buena disposición y la calidez con la que encaró y se recreó en esta extensa entrevista vía e-mail. Que no quepa duda, también vale la pena leer a Jorge Barral.

¿Qué cosas recordás del Montevideo de los “60”?


Muchas, sinceramente, son unos recuerdos muy bonitos, que llevaré siempre en esa maleta del viaje de la vida, ya que fue el comienzo de mi andar por la carretera de la música. Todo era nuevo para mí. Comenzaba a sacar sonidos de unos “alambres”, jajaja y poco a poco a componer mis canciones, expresar con letra y música, lo que latía en mí adentro. Siempre admiré a la gente que componía y expresaba sus vivencias y ahora era yo que podía hacerlo.

Fue también la etapa de los maravillosos Beatles, Rolling Stones, etc., en el pop; pero también estaba Alexis Korner, Hendrix y un sinfín de buenísimos grupos y artistas mezclando el blues; y en otra onda Dave Clark Five, Moody Blues, The Animals, que influenciaron en el coco de todos los músicos de esa época Montevideana y mundial, claro, pero tampoco hay que olvidar el batallón oriental con los Shakers, Mokers, Delfines, Malditos, bueno, un largo etcétera que yo admiraba y respetaba, para más información lo mejor es comprar el libro de Fernando Peláez “De las cuevas al Solís”, la gran enciclopedia del rock Uruguayo, jajaja.

En cuanto a salas, la Cueva del Gato Maldito, las fiestas del Parque Hotel, allí podías ver de todo. Yo recuerdo mucho cuando vi en el Parque Hotel, a unos franceses, “Le Group F” y les seguí la pista, porque fueron a quedarse un tiempito por Shangrilá e hice amistad con ellos (había que aprender de todos) y cuando se fueron para Francia, le compré al guitarrista una Hoffner impresionante, claro, para esa época. Te juro que seguiría y seguiría contando historias, sería interminable, porque había muy buena onda y se respiraba felicidad, alegría.

¿Cuál fue el primer artista o grupo que te dio vuelta la cabeza?

Mmmmmm, que difícil me lo pones. El primero, joooooooo!, ¡Que jodido! Jajaja Soy capaz de cagarla y dentro de un tiempo cuando lea esta entrevista, pegarme por haberme equivocado. Mira, tuve la suerte de tener un padre al cual le encantaba la música, de hecho él hizo sus pinitos cantando ópera, pero flipaba con la música americana y la música negra. En casa, siempre hubo la posibilidad de escuchar música, tanto sea porque había un gramófono, como que había una radio de esas que tenían onda corta (creo que se llamaba así); colocó en la azotea un montón de cables para hacer de antena y poder escuchar radios extranjeras. Te cuento esto para que entiendas lo difícil que es decir con quien me vino la primer diarrea mental que no pude aguantar. Creo que sólo con escuchar melodías bien compuestas y ejecutadas, yo ya flipaba, casi te diría que prefiero dejarlo en eso, me dolería nombrar a alguien que quizás, ese no fuese el primero.

¿En qué momento tomaste conciencia y decidiste dedicarte de lleno a la música y formar tu propio grupo?

Desde muy pequeño yo quería aprender a tocar el acordeón, si!!!!, me sincero, jaajaja ¡el acordeón! Pero en casa me dijeron: Jorge, hasta que no termines los estudios, nada de nada, ni una tecla. De vez en cuando, hacía intentos de comerles el coco, pero nada, así que decidí esperar el momento oportuno.

Te cuento que antes que saber tocar un instrumento, yo ya “componía”, o sea, hacía una letra y le ponía una melodía, pero no había ninguna base para sustentarlo, aunque me la imaginaba jajaja... me conformaba con eso. Ya estando en Preparatorio, comencé con la guitarrita y fui adaptando mis composiciones, lo que aprendía a mi modo. Estando en 2º de Preparatorio, con el hijo de mi profesora de Historia Natural, comenzamos a tocar juntos, hasta que se fue agregando gente al baile. Así fue pasando el tiempo, hasta que a mitad de curso me dije: Loco, ¡¡¡vamos a reventar todo, lancémonos al precipicio!!! Por supuesto, dejé la carrera de Entomología y Taxidermia y formé el primer pseudo-proyecto de grupo.

Evidentemente, en casa, no lo vieron con muy buenos ojos, pero comencé a trabajar en el Bazar Mitre, con eso llevaba algo de guita a casa. Al final mi padre terminó por claudicar, me dio la mitad del dinero de mi primera guitarra eléctrica de verdad y me corregía en el canto al terminar los ensayos que los hacíamos en casa. A partir de ahí, ya supe que ese camino no tenía final, o que el final sería con mis huesos bajo tierra.

¿Cómo era visto, y considerado por la sociedad, un joven de pelo largo y amante del rock´n´roll?

Lo de amante del rock´n´roll era lo de menos jajajaja, lo de los pelos largos... eras un marica perdido. Cuando ibas caminando por cualquier calle, te podías encontrar que desde un camión te gritaran de todo, menos que eras guapo. Si entrabas en un bar, guauuuuuu, las miradas se clavaban en ti, eras un bicho raro, un sucio, yo que sé, era fuerte, muy fuerte, pero más fuertes éramos los que seguíamos a nuestra bola y hacías de tripas corazones.

Aparte de la clara inquietud por la música tenías otras, como la de artesano y amante de los “bichos” ¿no?


La inquietud de artesano me viene porque en el fondo de mi casa, mi padre (siempre mi padre, jajaja) tenía un taller de soldadura autógena. Éramos una familia modesta, mi viejo trabajaba de toma consumo de gas y para poder llevar adelante la familia y darnos a los hijos, tres, todo lo que él pretendía, trabajaba a las tardes de soldador. Como allí estaba el taller, yo me hacía de todo, las cañas de pescar, arreglo de las bicicletas, bueno, todo lo que se puede hacer en un sitio donde hay gran variedad de herramientas. Allí fui aprendiendo el trabajo manual. Estando en Buenos Aires y como no quería un trabajo fijo que me impidiera ensayar o tener que dejar de ir a una actuación, comencé a hacer artesanía en metal y cuero. Mucho le tengo que agradecer a aquel taller, ya que pude compaginar perfectamente mi trabajo con la música. Recuerdo que haciendo artesanía, se me ocurrían frases musicales, dejaba lo que estaba haciendo, agarraba mi guitarrita y cuando había terminado con las notas.......... otra vez al martillito o lo que estuviera haciendo. Desde luego, todo era muy hippie, que gustazo, jajajaja

Lo de los bichos........ es de siempre, desde que tuve uso de razón. Mi cuerpo entra en un estado de emoción muy fuerte cuando estoy en contacto con la naturaleza.

Desde pequeño juntaba todo bicho que se cruzara en mi camino. Quería saber todo de ellos. Mi casa, que tenía un gran fondo, era mi campo de experimentos, ya que traía ranas, gusanos, escarabajos, lagartijas, renacuajos, bueno, de todo. También tenía una buhardilla (altillo), donde tenía un microscopio y me tiraba horas mirando lo que fuera, patas, alas, yo que sé, mil cosas.

Tanto era mi pasión por todo lo natural, que estando en el Liceo, fui 5 años (ya que repetí uno) presidente del laboratorio de ciencias naturales. En verano, me tocaba ir a alimentar a las culebras, previo paso por el Botánico y zonas cercanas, a juntar ranas. Los lagartos los alimentaba con huevos de gallina. Por todo eso, fue que decidí seguir la carrera de Entomología y Taxidermia, aunque la abandoné a medio camino por la música, que era más fuerte en mi interior.

Hoy día, sigo experimentando las mismas sensaciones y emociones cuando voy a parajes naturales o simplemente, desde un coche o la furgoneta, cuando vamos de actuación y pasamos por lugares naturales, me entra una sensación muy difícil de describir y comienzo a expresar sonidos guturales como guauuuu, mmmmm, huffff, y todo me parece una verdadera pasada. Amo la naturaleza en toda su extensión.

Después de la disolución de Los Crabs, viajás a Buenos Aires y participás en distintos grupos (Los Abuelos de la Nada, Yes), obras de teatro, grabás un larga duración para niños e incluso compartís zappadas con los hermanos Fattoruso, Billy Bond y Pappo… ¿Qué te daba ese ambiente porteño?

No, con los Crabs viajo a B. Aires. Cuento un poco. En una actuación viene a vernos un “caza talentos” bonaerense y se queda el fin de semana en Montevideo. Ese domingo también tocábamos en Discodromo. El se va “impresionado” para B.A. y a los pocos días llama para decir que había la posibilidad de grabar un L.P. para la C.B.S... ya los impresionados éramos nosotros.

La cuestión es que después de varias llamadas, nos dice que nos vamos a ir a B.A. para hacer una prueba en los estudios de C.B.S. y que era seguro que firmaríamos contrato. Yo en mi locura juvenil, ya casado, vendo todo lo que tengo en el apartamento y un domingo nos viene a buscar el “iluminado”, traje, corbata y... un maletín de cuero de ejecutivo, que hoy es algo muy normal en los yuppies, pero que para aquella época, los 60, era el NO VA MAS, nosotros muy ingenuos, flipamos de colorines. “Vapor de la Carrera”, alegría, fiesta, llegamos, nos vamos a comer y de allí al hotel que nos había buscado. El dice: “muchachos, voy a tirarme a dormir una siestita y luego os llevo a conocer la gran ciudad”. Se quita corbata, camisa y cuando se quita el pantalón, guauuuuuuuuuuuuuu, los calzoncillos tenían unos “agujeros negros” de campeonato. No podía creer lo que estaba viendo, el mundo se me vino abajo y dije: “La cagaste Burt Lancaster” y si, todo fue un espejismo, aunque fuimos a los estudios de la C.B.S. y grabamos una maquetita. ¿Los Crabs? Salieron rajando y me quedé en B.Aires. A partir de ahí, a buscarse la vida. Comienzo mis salidas por el bar “La Paz” y nocturnidad, allí conozco a Miguel Abuelo y entro en contacto con la movida porteña.

En realidad, nunca toqué con “Los abuelos de la nada”. Iba casi todas las tardes a sus ensayos y claro, terminas zapando y compartiendo miles de momentos, pero nunca pertenecí al grupo. Me dieron vidilla, buen rollo, yo les estaré agradecido, ya que necesitaba en esos momentos compañía musical.

En esas movidas conozco al batería Roberto López y al bajista (yo aún tocaba guitarra) Gabriel Fiszman con quienes formo el trío Yes (aún no existía el famoso grupo inglés). Con ellos viví una buena etapa, ya que grabamos un L.P. que producía el programa radiofónico “La catedral del ritmo”, dirigido por Carlos Rico bajo el sello “Redondel”. Era un recopilatorio de grupos noveles. Seguidamente nos sale el hacer la música de un L.P. para niños “si te gusta te lo canto” y ya sin Fiszman, el ser músicos de las obras de teatro “La historia de la Guita” y “Vietrock”, componiendo la mayor parte de la música de esta última. Estas obras de teatro se representaban en el teatro Pairó (aunque con Vietrock hicimos giras, una de las cuales nos lleva a representarla en Montevideo). En el Pairó se hacían conciertos de nuevos grupos, por ejemplo de Almendra y Manal, que aún no habían grabado y al ser casi de la familia del Pairó, por supuesto que se organizan tocatas privadas.

Con Billy Bond no sería en B.A. que compartiría escenario, sino años mas tarde, ya estando con Días de Blues, él tenía “La pesada del Rock and Roll”.

Con los hermanos Fattoruso es otra historia, ya que estando de hotel en hotel, coincido en uno de ellos con Osvaldo (ya no recuerdo el nombre del mismo); vamos, que nuestras habitaciones estaban pegadas. El me llevaba a los ensayos y posteriormente grabación del que sería el disco: “La conferencia secreta del Toto´s bar” en los estudios Odeón. Como imaginarás me siento súper agradecido a esa época de mi vida, tuve privilegios casuales que sólo los da la varita mágica.

Recuerdo, como anécdota y que tú no me preguntas, pero no puedo dejarla pasar, que en esos momentos Osvaldo estaba practicando con una especie de clarinete-saxofón, él le llamaba o se llamaba (vaya uno a saber) “El Clarón”. Se encerraba en el baño y le daba al bicho con ganas, pero a los diez minutos aparecía la dueña del hotel, una señora ya pasadita en años, a romperle las pelotas para que dejara de tocar, le gritaba, le decía que lo iba a echar, se iba la señora y a los diez segundos, estaba otra vez en el baño tocando, jajajaja.

Ahora quizás entiendas que si te contesto que ese ambiente porteño me abrió los ojos, me dio posibilidades de investigar musical y humanamente, me hizo mas maduro.

Y con Pappo llegaste a convivir…

Antes de contestarte, ya que sacas a este gran personaje que es Pappo, debo decir que para mí, y no es porque ahora no esté entre nosotros, fue un gran amigo, campechano, persona, y al que le estaré agradecido mientras el cuerpo aguante.

Sí, viví en su casa cuatro o cinco días, pero la historia es un poco mas larga. Yo le conocí en esos ensayos de Los Abuelos. De Montevideo me había llevado mi equipo, un Geloso de 200W que tenía un previo y aparte un amplificador. A eso había que agregar el bafle o caja de altavoces. Era muy potente para la época, los trabajos que me salían eran de llevar uno pequeño, un combo, para meterlo en un taxi y no tener que alquilar una furgoneta. Charlando en el ensayo de Los Abuelos, le cuento lo que tengo y me dice, “¡guauuuuuu TA-LOCO-VO! (Él me llamaba así porque yo decía mucho Ta, Ta, si Loco, Vo) lo quiero ver ya, vamos y lo traemos al ensayo y toco un poco con él, ese equipo no lo conozco”. Eso, que nos llevamos el ampli para el ensayo y quedó en otra galaxia. Imagina la cara de Pappo, ojos abiertos, sonrisa de oreja a oreja con ese pedazo de boca que tenía, bueno, un poema. El tenía un Gill de 50w, combo, si no recuerdo mal, fabricado en Argentina y... mira, yo necesitaba un combo y él potencia, así que sin sopesar si lo mío costaba más o no, nos dijimos, el Geloso es tuyo, el Gill es mío. Sinceramente, los dos contentos.

Evidentemente, nos seguimos viendo y disfrutando de la nocturnidad y ensayos, hasta que pasé por una pálida, me echaban del hotel porque no tenía guita, él me vino a buscar al hotel y me llevó a su casa unos días, mientras se solucionaba el entuerto. En un abrir y cerrar de ojos, me dice que ya tiene un sitio y nos lleva a “La Tumba”. Esta era la casa de un judío renegado que se llamaba Roberto y le apodaban Roberto Tumba. A su casa evidentemente le llamaban “La Tumba” y quedaba en la calle Lavalle. Era un antro donde todas las noches caían por allí todos los amigos de la nocturnidad como Tanguito, Alejandro Medina, Pappo, El Abuelo, etc., etc. A la mañana siguiente, venía la policía e iban desfilando hacia el coche los que ellos consideraban que tenían que hacer una visita turística a la comisaría del barrio. Allí aguanté 4 meses, no sin antes dejar “La Tumba” como un palacio, ya que las chinches, el olor, la suciedad y demás era patético. Pero fue mi rincón mientras la tormenta persistía. ¡Gracias Pappo!

De regreso a Montevideo, se presenta la oportunidad de integrar, por invitación de Jesús Figueroa, Opus Alfa; y a partir de ahí, se empiezan a suceder actuaciones memorables –participando en festivales internacionales como B.A.Rock II- ediciones de discos y reconocimiento del público; tal es así que comienzan a apodarte –con sólo veintiséis años- como “El Abuelo”. ¿Por qué razón crees que surge ese apodo?


He de agradecer a Jesús esa buenísima oportunidad, de igual manera que me alegro de haberlo conocido, es una persona excelente, un amigazo, con muy buenas vibraciones y hermosas canciones a su espalda.

Nunca pregunté porque me llamaban el Abuelo, pero intuyo que por una par de razones. La primera, quizás, es porque yo con veintisiete años ya tenía en mi cabeza unas entradas pronunciadas (se vislumbraba la pista de aterrizaje) y una buena cantidad de canas. La segunda, presumiblemente, porque así como que era un Jipioso, también era y sigo siendo muy serio, realista (que muchas veces se confunde con negativo o pesimista) y en las reuniones hablo poco, pero cuando hablo pesa como una losa.

Mateo era un tipo muy conocido para la época pero prácticamente inaccesible; sin embargo, al Abuelo se lo podía ver y sentir arriba de un escenario. Si tenemos en cuenta que no existía tal cual el modelo rock star exportado desde el norte, ¿podemos hablar de “El Abuelo” como el primer rock star uruguayo? ¿Cómo la persona que era idolatrada y tomada como referente por la juventud seguidora del rock nacional?

Huyyyy!!!!!!! Primero, yo no sería la persona más indicada como para autodefinirme como el primer rock star y menos como rock star.

Nunca quise ser, ni quiero ser un rock star, soy músico y hasta algunas veces, ni eso me siento, ya que un músico termina yendo al Conservatorio o por lo menos sabe leer música y yo no, para mí las notas en un pentagrama son cagarrutas (cagadas de oveja), casi me autodefiniría como alguien que se expresa por el camino de la música, sin más. En aquellos momentos yo solo expresé y hoy expreso lo que siente mi interior. Si me siguió la gente es porque quizás me expresaba en su mismo idioma, protestaba por las mismas cosas que ellos, buscaba el mejorar como individuo y que la sociedad fuera menos maldita, pretendía y por supuesto pretendo un mundo más pacífico, amor, lealtad, pero sin premeditar que si decía tal o cual cosa, me iban a admirar más o menos. Lo que escribía en las letras de los temas era como cuando no quieres vomitar, pero no lo puedes contener dentro. Cuando hablaba con la gente desde arriba del escenario era porque sentía que tenía que decir eso, me estuviera equivocando o no. Cuando me hacían preguntas en entrevistas no contesté jamás para quedar bien, eso es lo que sentía y si jodía, mmmmmm...

Hay veces que las cosas suceden y no hay nada que lo impida. Es una bola de nieve que se agranda con el tiempo.

¿Cómo te tomabas toda esa atención? ¿Mucha locura?

Hombre, siempre es de agradecer que tomen atención hacia lo que tu haces, para que negarlo; para eso me expreso, para que llegue. ¿Si de eso hacía mi motivo de vida? No, simplemente me llenaba de satisfacción. Es más, hay otros que aprovechan la ocasión y se montan una “empresa” a partir de ello. En mi caso, tuve la osadía de irme a vivir al campo, al Rincón de la Bolsa, en San José, pasando el río Santa Lucía, me sentía hippie, me flipaba el campo, los animales, los bichos, la naturaleza en estado puro. ¿Locura? La necesaria, pero no me gusta desparramar. Lo hago cuando llega el momento sin que necesariamente sea a diario. Fumaba mis canutitos de hierba colombiana cuando realmente me apetecía, pero no me levantaba a la mañana pensando que si no fumaba el canutito no iba a ser yo, ni mucho menos. Soy muy tranquilo, le doy la importancia al momento preciso, le doy la importancia al día a día, ¿mañana? qué sabes que va a pasar mañana. Nunca me jacté de ser imprescindible y quizás por eso en un momento dado me dije: Flaco, llegó el momento de largarse y explorar nuevas experiencias, esto está muy jodido y no me siento cómodo. Tres meses antes del golpe de estado de Uruguay me largué a España, donde vivo actualmente, es más, cuando llegó nuevamente la democracia, no fui de los que llegó en ese momento para aprovecharse de alguna situación.

Le estoy agradecido a toda la gente que comprendió mi mensaje, a todos y también tengo que decirlo que agradezco a cantidad de periodistas, locutores e infinidad de informadores el apoyo que se me dio, tenía una excelente relación, pero sin ir baboseando, ni que tuvieran que babosear; era eso, sólo eso, se dio eso, la magia o como dicen los gitanos “El Duende”. ¡Viva el duende!

Y en seguida, llegó Días de blues, un formato nuevo para el medio que rompió todo…

Días de Blues fue el carajo, hufffff, que grupazo, que fuerza! que actitud! Y no es porque estuve yo, no; he recorrido mucha carretera desde entonces y eso era otra magia, otro duende. Estuvimos en el lugar adecuado, la gente adecuada, a la hora precisa y con un objetivo común........... volar. Guauuuuuu!!!! Y si que volamos...... destrozamos la hora, el minuto, el segundo y el olvido, pero no para demostrarle a nadie nada, era para nosotros, para nuestra felicidad, para nuestra expresión. No buscamos nada, no pensamos nada, nació como nació.

Después de la disolución de Opus Alfa, cuando nos encontrábamos en lugares donde se podía zapar (improvisar) un rato, nos tirábamos al escenario a flipar y así siguió hasta que Bertolone y Graf comenzaron a romperme las pelotas para que esas improvisaciones se transformaran en un grupo. Yo le di muchas vueltas al asunto, pero la insistencia de estos dos “pesados” me engulló y terminé claudicando.

Pero lo bueno de nosotros es que llevamos el alma de la improvisación a canciones nuestras, a nuestro blues. Había una libertad increíble, no había una batalla de egos, o por lo menos no estaba en primer plano, teníamos ese hilo conductor en que oías a tu compañero hacer algo y es como que ya lo sabías, ya habías intuido que iba a suceder eso en ese preciso instante, en los conciertos había momentos que todo sonaba como si un montón de frases las hubieras estado ensayando hasta la saciedad y no, no Carlos, era “pura fibra óptica”, era sensación e intuición pura.

Hay cosas que no se volverán a repetir en la vida y una de ellas es que cuando estaba tocando con esos dos monstruos, esos dos mamonazos, tenía la sensación que no tocaba el suelo, que estaba suspendido, que me iba a no sé donde, que no era ciudadano de ningún lugar y eso, eso Carlos, es difícil, muy difícil, sólo sucede cuando entre todos entras en una especie de trance. Ha sido la mejor droga que he probado y gracias que no quedé colgado de ella, aunque siempre queden secuelas, jajaja.

La movida empieza a decaer a raíz de los problemas políticos que vivía el país, repercutiendo en la sociedad y específicamente en la cultura. Vos sos uno de los primeros que toma la decisión de emigrar e incluso te organizan una fiesta de despedida. ¿Por qué te vas? ¿Y qué planes tenías?

Cuando me voy, aún no había comenzado la debacle total, por llamarlo de alguna forma o así lo vi yo en ese momento. De hecho me vine tres meses antes del golpe de estado.

Ya llevaba tiempo que estaba incómodo, por ejemplo, cuando iba a Sondor a grabar algo o volviendo de actuaciones y llevaba el bajo en esa funda grande de madera, zas!!!!! me paraban, ¡¡ contra la pared, documentos !! etc... Bueno, le habrá pasado a miles, pero a mí me sacaba de quicio. Había veces que me lo tomaba a la joda y se calentaban conmigo. Recuerdo que yendo en autobús para B. Aires, vía Colonia, con mi gran amigo Jorge Gómez, fotógrafo incondicional del grupo, había un control policial. Suben al autobús, llegan hasta el fondo donde estábamos los dos y nos piden documentos, yo en el documento tenía barba y hacía unos días que me había afeitado dejándome sólo bigotes y me dice: “Este no es usted”. Yo contesto: “¿qué yo no soy yo?”. Dice: “Le digo que no es usted el que figura en este documento”. Yo le pido el documento para fijarme si había alguna equivocación, lo miro y le digo: “Le juro que yo soy yo y no me han cambiado”. Bueno, siguió un rato más la movida y no nos llevaron de milagro. Esas cosas me ponían malo o había veces que pasaba, pero otras que me salía el salvaje de dentro y...

Otra de las razones para irme fue el concierto en el Solís con Días de Blues. Ese concierto lo hicimos con el gran objetivo de conseguir el suficiente dinero para irnos hasta Inglaterra y ver que podía pasar con nosotros en el medio del huracán musical.

Lo calculamos y si vendíamos todo, conseguíamos los pasajes y no recuerdo cuanto más. Se llenó y quedó gente en la calle, pero cuando hicieron taquilla, nada, que no, que los que estaban dentro del Teatro no estaban. Llegué a la conclusión que eran virtuales, un espejismo, así que..... gran desilusión.

Y comencé a pensar que ya había terminado un ciclo, maravilloso pero..... que se había terminado. Ya sabes que cuando uno lo quiere ver negro, es una oscuridad y eso es lo que hice yo, machaqué mi cabeza diciéndome que ya, que basta.

Estaba en una feria de artesanía en Punta del Este, en verano, y viene una persona al puesto y me dice: “Con esto te iría muy bien en la costa del sol, en España”. Chauu, lo que me faltaba para encontrar la razón de la sin razón, jajaja. A partir de eso, comencé a buscar la salida y me vine a España con lo puesto, pura locura, pura libertad, como era el momento que estaba viviendo.

¿Los planes? No hubo más que el día a día, seguir tu intuición, instinto salvaje.

¿Cómo fueron los primeros días en España?

Bueno, la guita que traía sólo me dio para aguantar muy justito una semana, pero no me puedo quejar de cómo fueron yendo las cosas. Comencé vendiendo artesanía, que era el consejo de aquellos que en la feria artesanal de Punta del Este me habían augurado bonanza y sinceramente, no se equivocaron.

¿Emocionalmente? aahh, eso es otra historia, tú lo sabrás también.

Mira, los primeros días son los más “fáciles”, estas inmerso en novedad, flipas con todo lo que ves. El problema comienza cuando se van diluyendo los efectos del mundo mágico que has creado. Cuando día tras día ves la misma calle, plaza, escaparate, bueno, la repetición, allí comienza el camino hacia el pasado y claro, tu pasado está muy lejos, no en el tiempo, no, en la distancia, a 13.000 kilómetros aprox. y en aquel entonces... sin “intérprete”. Nada a tu alrededor de lo que pertenece a tus vínculos familiares, a tu pasado, a tus recuerdos, nada lo tienes a tu alcance.

Evidentemente, lo vas superando, pero no fue fácil.

¿Pensaste en tirar la toalla en algún momento?


No, ya me habían hecho la despedida, jajajaja.

Ahora en serio. No, nunca pensé tirar la toalla, soy muy cabezota, cuando me propongo algo llego al final, cueste lo que cueste. Además, sabía, me lo decía mi interior que todo tiene su tiempo, pero que al final estaría agradablemente. No vine a buscar lo mismo que dejé, en ningún ámbito de mi vida. Ni musical ni emocional. Cada país tiene su historia y vayas donde vayas, todo o casi todo es diferente. Días de Blues hubo uno solo, no iba a pretender repetir lo mismo aquí, mis amigos uruguayos son únicos, no puede haber alguien igual, el paisaje es otro, la idiosincrasia es otra, así que sabía que venía a algo nuevo y tendría que aprender a convivir y hacer las cosas de otra manera. Sólo era una cuestión de tiempo y ganas de aprender del entorno que me rodeaba, no suelo dar la espalda al destino.

Y en estos treinta y pico de años, ¿ha llovido mucho? ¿A qué te has dedicado?

Si, por supuesto, ha llovido mucho, pero el sol no ha dejado nunca de obsequiarme amaneceres.

Mi meta desde que llegué a estas tierras fue poder dedicarme pura y exclusivamente a la música, ya que siempre la había compaginado con artesanía para poder subsistir. Poco a poco fui tomando conciencia del ambiente musical y lo diferente que era a Uruguay. Entre una parte de constancia y otra de suerte, las cosas comenzaron a funcionar.

Hay tres etapas claras en mi camino por España y las tres son en las diferentes ciudades donde he vivido: Barcelona, Mahon (Menorca, en el campo) y Madrid.

Barcelona fue mi primer contacto y por llamarle de alguna manera, la que me enseñó el camino. Allí acompañé entre otros a Mike Kennedy (cantante del grupo “Los Bravos”) y a Albert Amargos (grupo Música Urbana y arreglista durante muchos años de Serrat) en una gira por Europa con la Coral del Instituto Lasalle Bonanova, también fui parte integrante de varios grupos, entre ellos “Los Bueyes Madereros” del Gato Pérez y con el grupo de blues Máquina de Enriq Herrera.

Menorca resultaría la llave que abrió la caja de los truenos, jajajaja. Llego con el grupo Massa con el excelente guitarrista Emilio Baleriola y ahí me quedo. Acompaño a Enric Barbat y soy parte de un espectáculo llamado “La Rondalla de la Costa” con Enric Barbat, María del Mar Bonet, María Alberó, como pilares del mismo. También actúo esporádicamente como solista y montando historias acústicas con el flautista francés Gerard Bouvié y algún percusionista de paso.

En un día soleado de verano, viene a visitarme, por recomendación de un amigo, un personaje al que debo esa llave de oro. Le cuentan que había un músico que vivía en medio del campo y que mi casa era grande, jajaja, y allí se presentó, era Hilario Camacho. Estuvimos tocando un rato y al anochecer me pidió quedarse a dormir esa noche, “la noche duró mes y medio”. Tocábamos casi todos los días y de vez en cuando en barbacoas al aire libre o algún pequeño garito. Fuimos componiendo temas y al mes y medio me dice: “Flaco, me voy a Madrid a buscar fecha de grabación y vuelvo en unos días, ya que tengo contrato y tengo que sacar algo este año”. Yo desconfiado pensé que al tío no lo vería nunca jamás, pero otra mañana, veo una cabecita asomando entre las tancas (muro de división de terrenos, hecho de piedra sobre piedra) y pasó otro mes y medio en casa, esta vez preparando el disco, arreglando temas. Y nos fuimos a Madrid a grabarlo. Fue mi primer trabajo discográfico en España y encima compartía con él letras y músicas. En esos momentos, Hilario era respetado por todo el ambiente madrileño. En un abrir y cerrar de ojos, estaba en medio de todo el movimiento de la capital.

Huuuyyy Madrid, nunca me sentí extranjero y eso es un tesoro.

Sería larguísimo el contarte todas las cosas que hice, son tantas... pero haré una breve reseña de las cosas más importantes.

Grupos que he integrado:

Azahar” (música de flipe) “Azabache” (rock sinfónico) “Labanda” (música Celta) “Cañones y Mantequilla” (country rock) “La Destilería” (blues) “California Country” (country Fol.) “Caravana del Oeste” (bluesgrass) "Abuelo Jones" (country rock) “Manzanares Delta” (blues, zydeco) “Flaco Barral y los Criollos Blues” (lo mío) “Ñaco y los Bluescavidas” (blues) "Reunión Blues" (Ñaco y los Bluescavidas y Raimundo Amador (rithm and blues)

Artistas de otros países a los que acompañé:

Rick “Eureka” Jones (EEUU, blues rural) Carey Bell (EEUU el maestro de la armónica de blues) y Louisiana Red (EEUU, blues) David Gwynn (EEUU, psycodelia) Karen James (Inglaterra rithm and blues) Ollie Hassall (Inglaterra, rock) Kevin Ayers (Inglaterra, rock) King Rollo (Inglaterra, blues rural) Ian Siegal (Inglaterra , blues) Amar Sundy (Francia, blues) Velma Powel (EE.UU, blues) Moris (Argentina, rock).

Artistas españoles que acompaño:

Sergio y Estíbaliz (pop) Emilio José (canción española) Christina Rosenvinge (pop rock)

Discografía en España:

“La Estrella del Alba” (Hilario Camacho) “Elixir” (Azahar) “Días de luna” y “No, gracias” (Azabache) “Un Millón de Kilómetros”, “Buenos Tiempos” y el doble LP en directo ”Rural Tour” (Labanda) “Una noche más” (Cañones y Mantequilla) “13 mujeres” (Moris) “The last buffalo” (David Gwynn) “Flores Raras” (Christina Rosenvinge) "Nada que perder" (Ñaco y los Bluescavidas), etc. y otras grabaciones como músico invitado y de sesión.

Sinceramente, si queréis más información, visitar mi página web www.flacobarral.com Y Chau, jajajajajaja.

Además de músico, me embarqué dos veces en proyectos de estudio de grabación. El primero fue “Colores” donde grabamos parte de la “Movida Madrileña” como “091”, “Derribos Arias”, Glutamato Ye Ye, Alphaville, 1er L.P. de “Siniestro Total”, etc. Y el segundo estudio “Lagar74” que hemos grabado a artistas como Sara Baras, Smiling Jack Smith, Los Reyes del K.O., Antonio Canales, Montse Cortés, etc. Ahora estoy en el tercero, que se llama “Las Vegas”, ya que es en una zona de vegas del sur de Madrid, concretamente en Colmenar de Oreja, aún estamos insonorizando y dándole los últimos retoques.

La última, ¿regresaste en alguna oportunidad a Montevideo?

Sí, unas cuantas veces, una de las cuales, en el año 1998, fui invitado por Radio-X y la Intendencia de Montevideo al “Montevideo Blues Festival II”. Tuvieron la delicadeza de que me llevara el trío que en esos momentos tenía (“Flaco Barral y los Criollos Blues”, con David Gwynn a la guitarra y José Manuel Torrego en batería) y para mí, sinceramente, fue todo un honor participar. En la semana previa al concierto, me llamaron de enormidad de programas de televisión, radio y prensa escrita, que yo sinceramente, me quedé alucinado, ya que pensé que después de tantos años, toda aquella historia estaba casi enterrada.

Carlos Bassi

 
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