Seguramente es el artista tanguero argentino con la doble condición de bandoneonista y cantante más reconocido. Con el corazón lleno de tango y su bandoneón puramente tanguero, Rubén Juárez cruzó el Río de la Plata para reencontrarse con su público uruguayo, luego de ocho años de ausencia en los grandes escenarios montevideanos.
Si bien Juárez actuó en nuestro país por primera vez en el año ´69, casi cuarenta años más tarde sigue diciendo a toda voz que nos ama profundamente y nos agradece el respeto y el cariño que le hemos brindado siempre.
El pasado 15 de marzo, en el clásico Lobizón, que abrió sus puertas en un nuevo recinto (Yi y 18 de Julio, ex El Ciudadano), Rubén Juárez arrancó un nuevo ciclo de conciertos por el que pasarán durante todo el año grandes figuras de ambos márgenes del Plata. Las reservas se colmaron en pocos días. A partir de las 22 horas, todos esperaban la llegada de Rubén, quien recorrió gran parte del repertorio clásico del tango, incluyendo sus composiciones, acompañado por la cantante uruguaya
Giovanna, su invitada en varias oportunidades en Argentina. Esa noche, Juárez agradeció a su público oriental por “no haberme fallado nunca” y “por seguirme desde hace tantos años”.
¿Cuantos años hace que no venía a Montevideo?
Hace cerca de ocho años que no vengo a tocar en teatros o escenarios importantes, pero sí he venido invitado por amigos a comer algunos asados o a vacacionar en las costas de ustedes, que son hermosas.
¿Ahora está de vacaciones en Atlántida?
Bueno, cerca, en La Tuna, con mi esposa. Vine a descansar a Uruguay y mis amigos de siempre me obligaron a tocar en El Lobizón.
Luego de un par de horas de ensayo en la casa playera y con la agradable brisa del verano en marzo, Giovanna, descalza, prepara una sopa para Juárez después de unos tragos entre tango y tango. “Me hace falta un poco de Uruguay” –dice Juárez con su garganta que delata sus sesenta años de vida. Solo, intimista, acompañado de su bandoneón, nos confiesa que su presentación en el Lobizón “es un acercamiento al terreno para hacer este año una gran presentación en el Solís o la Zitarrosa”. Viene trabajando intensamente en lo que será su próximo álbum, ¿con qué se viene Juárez ahora?
Estoy preparando un nuevo disco que lo estoy bancando enteramente yo, porque no quiero depender de multinacionales. Lo que sí te aseguro es que es un disco tremendo, de terror. Estoy tocando con un arreglador nuevo que es un fenómeno, que se llama Christian Zárate, tiene 31 años y se las trae. Los grandes músicos de Uruguay saben de quién estoy hablando. Fattoruso sabe de qué se trata,
Ruben Rada también. Hasta
Jaime Roos sabe de qué estoy hablando.
¿Se ha visto en estos días con sus amigos–artistas orientales?
No he podido, porque mi mujer me cambió el bandoneón por la heladerita, que tienen el mismo tamaño. Pero espero en estos días hacerme un tiempo para llamarlos.
En el disco nuevo ¿hay composiciones suyas también?
Sí, claro. Siempre estoy haciendo cosas nuevas. Tratando de sorprender. Le hicimos un tema a Eladia Blázquez, una de las grandes precursoras de la poesía rioplatense. Cuando murió Eladia, lo llamo a Chico Novarro y le digo: “Negro, aquí te mando una música en un casete que es para Eladia”. Ese mismo día me manda un fax con la letra para ese tema. Esto es una novedad que ya van a conocer. Pretendo hacer un disco totalmente diferente, con colores, distintos acordes a lo que se escucha hoy. Quiero contemplar a nietos y abuelos.
¿Ha captado público joven en los últimos años, teniendo en cuenta que se viene dando un fenómeno interesante con el tango, en el que las nuevas generaciones lo bailan y lo escuchan?
Gracias a Dios, sí. Los que escuchan rock and roll y boleros me siguen, por ejemplo. Felizmente el tango, que decían que se había muerto, no tiene ni fiebre y nunca tuvo. El tango es un género importante, potente, amado, y pertenece a los grandes clásicos del mundo, junto con la música de Brasil y el Jazz.
¿Cuáles son para usted los grandes revolucionarios de la historia del tango?
¿Para mí?... Gardel. ¿Sigo...? Troilo, Piazzolla…
La gran trilogía...
Pero puedo seguir: Alberto Castillo, Julio Sosa, Edmundo Rivero. Estoy hablando de los avanzados, de los primeros. Después, en la tropilla aparecieron varios más.
Horacio Ferrer,
Gustavo Nocetti...
Precisamente, Nocetti, uno de nuestros grandes, tan recordado, lo admiraba mucho a usted, y de muy jovencito viajó a Buenos Aires y siempre contaba anécdotas de cuando lo conoció y cuando lo oía cantar en sus noches en Caño 14.
En mi familia quedó un recuerdo impresionante de Gustavo. Él era mi ahijado. Y primo de mis hijos.
Si bien Gustavo tenía su estilo, muy personal, en sus comienzos lo asociaban mucho a usted en la forma de cantar.
Lo bueno de Gustavito es que aprendió, se superó y logró tener su propio estilo. No es que yo sea el padre, sólo pretendí ser su hermano mayor. Nocetti es inolvidable.
¿Es necesario transgredir para hacer Tango?
Siempre es necesario transgredir. Y mucho más en el tango, la música que tanto admiramos.
¿Sigue teniendo el Café Homero en Argentina?
Sí, lo sigo teniendo y tengo un inquilino que no lo pude sacar todavía. Pero lo estoy vendiendo porque pretendo trasladar (con la venta de Homero) un boliche donde estoy viviendo ahora a Carlos Paz.
Nació en Córdoba, en el pueblo Ballesteros, y me imagino que cada vez que vuelve a su provincia es ovacionado.
La verdad que me quieren. En algunos casos me besan... se ve que me perdonaron.
¿Por qué lo perdonaron?
Porque cuando vos te vas a vivir a otro lugar, en mi caso Buenos Aires, y sos de un lugar tan fuerte como es Córdoba, cuando volvés generalmente dicen que volvés muy agrandado. Pero a mi no me pasó. Estoy viviendo una serie de mimos y abrazos de parte de los cordobeses, y a su vez logré que en Buenos Aires a veces me extrañen.
Y sigue ganado muchos premios y reconocimientos. Obtuvo el premio Konex al mejor cantante de tangos de los últimos diez años y fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires por su trayectoria nacional e internacional en el campo de la música popular.
Son cosas que te empiezan a pasar cuando tenés unos años y cuando se hace la carrera con amor. Soy un tipo al que todavía le siguen sorprendiendo muchas cosas.
¿Y está viajando mucho por todo el mundo además?
Sí, vivo viajando. Quisiera quedarme un poquito más quieto. Pero estoy produciendo a mi hija, que tiene 26 años y que canta fenomenal, y es la llamita encendida que quedará de los Juárez cuando yo me apague. Es un caramelito guerrero que no para. Una sagitariana infernal.
Recientemente cantó a dúo con Javier Calamaro, en concierto, ¿eso se va a repetir?, ¿hay posibilidades que vengan a Montevideo?
Yo creo que sí. El pibe me va. Yo le voy a él. Y no molesta, porque tenemos un público más o menos parecido. Puedo llegar a decirte que él es el tanguero de los rockeros y yo soy el rockero de los tangueros, como fue Baglietto en una época.
Los iguales se atraen
Sí, los parecidos se juntan en el fondo.