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Tabaré Cardozo, con el alma llena de colores |
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lunes, 28 de julio de 2003
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Con aire de nocturna y de bohemia Tabaré reúne en sus composiciones la fisonomía y el sentimiento del hombre cotidiano, conjugando en cada uno de sus textos la plena poesía y la libre imaginación, con la calidez y el compromiso, que solo la jerarquía musical pueden darle a ese entorno poético.
Hace algunos años atrás, en una conversación consigo mismo, surgió la pregunta: ¿qué se necesita para hacer una buena canción? Un boliche, un antro en el Buceo. Un montón de viejos borrachines que no dejan de timbear. Un bombo de lonja pintarrajeando de naranja. Un tango sonando bajito. La felicitad, espesa, como el humo que los envuelve, flotando en el aire. ¿Qué falta? Una mujer. Seguro. Siempre una mujer... y en el fondo, un par de botijas pintándose la cara, cobijados por la noche, cómplice de mil aventuras... Buena respuesta ¿no?
Es así, solo eso necesita Tabaré para comenzar a crear su mundo. Después las escenas se completan solas, según él, las historias están ahí en la gente, uno solo tiene que saber escucharlas. Será por eso tal vez que en su disco conjuga la magia de la murga, con la fusión de los ritmos urbanos pintando canciones que expresan la mística y la sencillez del decir ciudadano.
Para el joven compositor la poesía es eso: una cuestión cotidiana, "por eso trato de escuchar mucho a las personas", dice. "Ahora vos me estás escuchando a mí y yo estoy hablando, pero creo que después de un tiempo, entendí que es escuchando a la gente, apreciando cómo hablan, esforzándote para entender qué quieren decir, cuando verdaderamente aprendés. Entonces dejé de hablar tanto y me puse a escuchar mucho más".
De complexión mediana y cara angulosa, de recia postura, pero con aquella sonrisa, representa menos edad de la que realmente tiene.
Nació en el barrio del Buceo en los primeros días de la década del ‘70. Pasó su juventud allí y asistió a una escuela pública del barrio. Luego hizo secundaria en una escuela privada –"porque gané una beca", murmura a regañadientes- y vivió de cerca los cambios que trajo consigo la dictadura uruguaya. Al tiempo la cuna familiar de los Cardozo fue reemplazada por otro nido, en el querido Cerro y el joven Tabaré comenzó a vivir otro mundo. Se había propuesto ser una buena persona, pero cayó bajo la influencia de Momo y en la mitad de su trayecto, decidió convertirse en lo que es hoy: un hacedor de canciones. "Yo no soy músico, soy simplemente un tipo que hace canciones. Hago las letras y las melodías, pero no soy músico. Sé de música porque he tocado con muchísimos músicos y tendría que ser un obtuso como para no aprender en el camino, pero no tengo ninguna formación académica". Aunque entre nosotros, sabemos que casi no se nota.
A los treinta y un años, la fortaleza de Tabaré tiene su origen en la propia murga. Como le gusta decir: "es a través de ella que entré al mundo de la música. La murga fue la primera forma de expresión artística que conocí y a la que me acerqué y por eso le tengo un respeto enorme. Creo que tenía nueve o diez años cuando empecé a pintarme la cara junto con un grupo de amigos del barrio", recuerda, "empezamos como pescadores y terminamos haciendo una murga".
Después de la escuela se tomaba la redacción en serio y escribía algunas de las letras para aquella primera murga de pibes. "Eran presentaciones sencillas", señala, "en aquel momento uno tenía que tener sus trucos, porque habían muchas palabras prohibidas".
Así empezó, escribiendo sobre sí mismo y sobre sus experiencias, inspirándose en esas escapadas a los boliches del barrio. Será por eso tal vez que cuando forja un cuplé, a menudo contiene imágenes y parlamentos propios de ese paisaje barrial.
A pesar de su considerable, reciente, éxito como cantautor, el pibe no parece descansar nunca y está siempre atento a lo que dicen y hacen las personas que le rodean. Ya con la primera pregunta, se encaramó en la silla, la inclinó hacia atrás y con voz serena, sumamente cálida inició nuestra conversación diciendo "una vez que hacés una canción deja de ser para la persona que la escribiste, deja de ser tuya, porque pasa a ser de la gente" y agrega "mis temas casi siempre tienen un origen real y un destinatario real, pero también tienen un vuelo fantástico y una multiplicidad de destinos y son tan válidos unos como los otros".
Tabaré acomoda la silla con displicencia, mientras que de la oficina entra y sale gente continuamente. Él siempre calmo, no se inmuta ni se distrae con ninguna presencia. En ambas situaciones parece sentirse relajado y este día en particular reflexivo. "Yo sólo trato de ser honesto con la música que me gusta", dijo reclinándose sobre la mesa y sobre su pasado. "Sólo quería escribir sobre... el resto no me lo esperaba. Por suerte estoy haciendo la música que me parece correcto que yo haga. Mi intención no es ocupar un lugar vacío, no me senté en el living de mi casa a ver qué huecos deja la música nacional y así componer cosas para llenarlos", explicaba permitiéndonos invadir su privacidad.
El sol intentó asomarse a través de las persianas venecianas de la ventanas de la oficina, mientras buscaba entre mis notas la siguiente pregunta sobre...
Bueno, hablemos de los últimos shows agotados en el Espacio G. ¿Cómo viviste eso? ¿Será acaso que el público espera más de vos y está ávido por escuchar más de Tabaré?
Sí y está buenísimo que pase eso. Porque son muchísimos años de sacrificio y de trabajo para tratar de lograr un buen producto. Y bueno, el hecho de que sea bien recibido y que a la gente le guste... Está bueno que haya una demanda de esa oferta que nosotros estamos poniendo en el mercado. Eso es sí un reflejo comercial, de un fenómeno artístico. Y a mí particularmente me interesa que eso sea un síntoma. No me interesa el fenómeno comercial, pero sí reconozco que es un síntoma de que la cosa funciona.
¿Esperabas esa reacción del público después de haber estado un tiempo alejado del escenario?
Bueno, tuve un indicio el año pasado ¿no? Eso ya había sido un buen augurio, pero claro es todo parte de un proceso. Salió el disco y la gente que tenía expectativas de ver qué pasaba con ese disco fue y agotó las funciones del año pasado. Ahora después de eso esto es mejor, porque esto corrobora que la gente no solamente fue por la expectativa, sino que además le gustó el disco: se fue a su casa, se compró el disco, lo escuchó, aprendió las canciones y después volvió. Y bueno, obviamente que este show fue mucho mejor, porque la banda estaba mejor, porque la gente sabía las canciones, porque ya había madurado todo un proceso que estuvo buenísimo y que supongo que seguirá ese rumbo.
¿De dónde viene ese rumbo? ¿Dónde nace la pasión por la música? ¿Es quizá producto del hogar, influyó el barrio, la radio? Seguro que el tablado tuvo su qué ver...
Es todo eso, viene ahí, todo junto. Hay una vocación artística desde niño que se manifiesta a través de la murga –porque hago murga desde muy chico-. De ahí viene todo porque la murga es un género que incluye subgéneros, porque la murga es teatro, es música, es arte escénico, es poesía, es comedia... La murga es un género que engloba otros géneros, por lo tanto me parece que mi vocación nace ahí. Después salí medio actor, medio poeta, medio músico... todo medio...
¿A qué cosas te gusta cantarle? ¿A lo que te emociona? ¿A lo que ves? ¿A una murga ensayando? ¿A una mujer? ¿A qué?
Bueno, básicamente a lo cotidiano.
Hay mucho del barrio y de la gente en tus letras...
Claro, me gusta cantarle a eso: a las cosas que me rodean, a lo que yo soy y a lo que me gustaría ser.
¿Se te acerca gente para decirte "vos tendrías que escribir sobre tal cosa"?
Sí, sí. Bueno la canción más popular mía: "El tipo de la radio", no fue una idea mía, fue de "Loquillo" Garrido [el bombista de Falta y Resto]. El me dio la idea de escribir un tema para los relatores de fútbol. A mí me pareció una idea maravillosa y la hice. Pero sí, permanentemente hay gente que me dice cosas, pero uno tiene que ser muy cuidadoso con eso, porque a veces alguien te tira una idea y después te lo reprocha. No es que te la reproche, pero si vos la usás...
Y te va bien...
Claro, no es este el caso, porque yo al Loquillo obviamente que le reconocí su aporte en los créditos y él está súper agradecido y contento, está orgulloso de todo eso. Yo siempre fui muy cuidadoso con las ideas porque yo trabajo con eso, con ideas, no sólo para las canciones sino también para los repertorios de Carnaval. Permanentemente tengo que estar escuchando y viendo cosas, imaginando cosas para hacer culpés. Y de repente hay gente que viene y te comenta una idea y te parece buena y bueno... Yo trato de pedirle permiso a la persona si lo voy a usar. Una vez le pedí permiso a Christian Font [el que escribe para Demimurga] para usar algo que el loco dijo que me parecía que era un chiste muy bueno. Entonces fui y le dije: "pa’ mirá ¿puedo usar esto para"... y el loco me dijo: "sí no hay ningún problema". Pero ta, prefiero no usar una idea de otro.
Decías que te gusta cantarle a lo que sos ¿y qué es Tabaré Cardozo?, ¿o qué no es?
Y... soy un producto bastante barrial, porque me crié en un barrio (en el Buceo, después me mudé al Cerro), siempre fui a escuela pública, a liceo público la mayor cantidad de años, aunque fui también a un liceo privado, pero por una beca... Vengo de una familia trabajadora y soy un muchacho -a esta altura un hombre con treinta y un años- de barrio. Con determinadas vivencias, con determinadas influencias culturales y determinadas influencias artísticas que me llevan a reproducir lo que aprendí. Soy un promedio de lo que me tocó escuchar y lo que me tocó vivir. Eso soy... Y ¿qué no soy? Te digo por ejemplo: no soy oficialista, ni para cantar, ni para nada, sino todo lo contrario. No soy una persona adinerada, sino todo lo contrario. Eh... bueno no sé, una cantidad de cosas no soy, ahora no me doy cuenta qué más....
Vos decías en una nota hace poco que "Poética murguera" es un disco en el que recuperás muchas cosas que venías reuniendo durante tu vida y que de algún modo este trabajo reunía todas esas experiencias, esas historias. El CD es una suma de diferentes colores: la murga, el candombe, el blues, el funkrock... Parecería que sigue un camino murguero, pero a la vez aventura algo más...
Y bueno sí, es eso que vos decís. Yo creo que éste disco es una síntesis de mi vida y además una síntesis de mi carrera artística. Es una visión retrospectiva: el punto final desde que empecé. Es cierto que hice una selección de canciones y que adapté algunos temas desde un punto de vista musical y también en lo que hace a las letras. Y si bien en algunas canciones no utilizo el ritmo de murga, porque hay otras melodías como ese funkrock medio pesado al que le adicioné letras y coros murgueros -un experimento que hago, pero que no soy el primero en hacerlo-; por otro lado también hay otro tipo de canciones. Hay canciones que hice para Contrafarsa como "Llueven los Botijas", o canciones que escribí para La Eterna Madrugada como "Poética murguera", o una de las últimas para Curtidores de Hongos que se llama: "La leyenda del hombre azul". Pero todas son todas canciones que tienen vigencia fuera del Carnaval, porque fueron hechas con ese criterio, pensando en su permanencia.
Leyendo un poco el librillo del CD veía que te gusta pintar imágenes y describir situaciones y al leerlas da la sensación de que estuviera uno allí, en ese lugar. Así que, como es algo que para vos parecería ser fácil, te propongo que elijas tres imágenes, tres situaciones, tres lugares que pinten al Tabaré del pasado, al del presente y al del futuro. Por ejemplo vos mismo planteás una escena en un boliche donde tres niños y unos borrachines se juntan para cantar como una murga... Pero esa no vale, a ver otras...
Bueno, una podría ser algo que generalmente no cuento, pero que tiene que ver con mi pasado y es por ejemplo mi época en los campamentos de la Asociación Cristiana. El hecho de haberme vinculado de chico a eso y que mi familia formara parte de la iglesia metodista, supongo que tiene que haber forjado mi personalidad en una vertiente totalmente distinta a eso otro que estábamos hablando: a esa cuestión arrabalera, a ese niño cantando en un boliche... De niño me veo así: por un lado fui un pibe de barrio que se manejó siempre en ambientes de ese tipo, en un boliche con unos borrachines timberos, cantando tango y por otro lado iba a los campamentos de la iglesia y hacía representaciones humorísticas en un fogón o en un campamento de la Asociación Cristiana.
¿Y la de hoy?
La imagen del presente en un tablado. Seguro. Cantando en un tablado con los Curtidores, de eso estoy seguro.
¿Y la del futuro?
Bueno, no sé. Me encantaría poder seguir así... Obviamente supongo que a medida que la carrera de una persona se va consolidando, más difícil se le hace continuar con las cosas que venía haciendo. Por ejemplo: si yo tengo más compromisos y toques internacionales -que es lo que me gustaría que pasara- se me va a complicar un poco seguir saliendo en Carnaval. Y si de repente tengo una gira, en no sé, por decir una pavada, en Panamá en febrero, seguro no podré salir en la murga. Pero bueno, la verdad es que me gustaría poder seguir -no sé, dentro de diez años- saliendo en la murga y articular eso con esta otra parte de mi carrera.
Volvamos al disco, ¿qué valoración hacés hoy, después de haber pasado por esas etapas de la que hablábamos: después de que lo escucharon los amigos, después de que se presentó ante el público, después de que ocupó por varios meses un sitio en las radios, después de haber agotado varios fines de semanas el Espacio G? ¿Qué pasa con esa "Poética murguera"?
Mirá, por un lado estoy muy satisfecho con el proceso que sufrió mi carrera. Me parece que la salida del disco marcó de alguna forma el fin de mi carrera amateur y el comienzo de mi carrera profesional. Ahora bueno, de repente es como vos decías, primero fueron a verme mis amigos, la barra, la gente que tenía expectativas o que me conocía. Ahora no. Ahora a los shows va gente que yo no vi nunca en mi vida. Me pasó ya en Carnaval después de la salida del disco: aunque yo siempre había salido, este año fue diferente porque era una figura pública y hasta firmaba autógrafos más que ningún otro compañero de la murga. Aunque ese no es el caso, porque en mi murga había mucha gente famosa, no sé... estaba el Zurdo [Freddy Bessio], Silvia [Novaresse]. Pero te quiero decir que hubo un antes y un después de que saliera el CD. Ahora del disco en sí, creo que a medida que va pasando el tiempo más lo voy valorando y me voy dando cuenta del valor que tienen cada una de las canciones.
Y bueno, ahora, a la hora de preparar un segundo disco, te das cuenta de que en tu primer trabajo pusiste una cantidad de cosas y sabés que el segundo será diferente porque recogerá las cosas que pasaron a partir de ese momento. Obviamente que para el segundo tengo una cantidad de cartas guardadas, que no fueron acá porque muy sabiamente Federico [Marinari] y Ernesto [Mariniari] -los productores- me aconsejaron no poner todas las canciones, pero además tengo canciones nuevas. Quiero decir, el primer disco es el primer disco y creo que a cantidad de gente le pasa eso. Por darte un ejemplo, creo que como el primer disco de [Joan Manuel] Serrat -el mayor cantautor hispano parlante a mi gusto- no hay. Seguramente ha hecho canciones excelentes después, pero canciones como "Mediterráneo" no hay. Con Jaime Roos pasa lo mismo: "Brindis por Pierrot" es una cosa espectacular. Por eso se me ocurre que los primeros discos son los que marcan la carrera de la gente.
Dice Serrat precisamente que "un buen disco crea un mundo y que una buena canción siembra las bases de ese mundo y que hay canciones que fraguan historias o guardan recuerdos y otras que dirimen misterios". Imagino que las tuyas tienen sus secretos, por eso elegí tres de esas historias. Ahora vos ¿te animás a contarnos algo más de ellas? Por ejemplo: ¿cuál es la historia de "La niña de las amapolas"?, ¿para quién es ese tema?
Bueno en realidad una vez que vos hacés una canción ya deja de ser para la persona que la escribiste. Primero deja de ser tuya porque pasó a ser de la gente. Yo creo que una tema tiene que tener la suficiente flexibilidad como para ser fiel a la historia en sí que contás y a la vez a los protagonistas verdaderos de esa historia. Pero tiene que tener vida independiente para que forme parte del imaginario popular, para que cualquier muchacha que sienta que esa canción es para ella, la tome como propia y sea de verdad propia. O sea que, por un lado el tema tiene un origen real y una destinataria real y por otro tiene un vuelo fantástico y una multiplicidad de destinos... y son tan válidos unos como los otros.
Otra: "Poética murguera"...
Bueno, es el nombre del disco y además es una de las canciones que define mejor de qué se trata el disco. Es la síntesis de lo que vos podés escuchar. Por ejemplo "Biografía de mi barrio" es la canción que me define a mí como poeta porque es el tipo de poesía barrial que yo manejo y eso está más explícito en esa canción. Pero "Poética murguera" es la canción que sintetiza el tipo de poesía y el tipo de música que vas a escuchar dentro de todo el disco. Vos no te llevás un chasco si tomás un disco que se llama "Poética murguera" y escuchás la canción, porque enseguida te das cuenta que el resto de las canciones van por ese lado y que esa es el promedio.
¿Y "La guerrera"? Parece ser una de esas canciones que cierran un período, cierran una parte de la historia y abren otro camino posible...
Sí. "La guerrera" para mí es un epílogo. Es un epílogo de una situación social, es una crónica de guerra. De una guerra civil que hubo acá hace treinta años. Creo que siempre, después de los sucesos sociales importantes, se han escrito crónicas históricas y crónicas artísticas. La mía es una crónica artística, como puede haber sido yo que sé... "La lista de Schindler": una crónica artística de un hecho social, político. Yo siempre pongo como ejemplo la canción de Wáshington Benavides: "Jazmín del país", porque creo que es una crónica de la guerra civil entre blancos y colorados. Y bueno "La guerrera" es una crónica humana de una situación humana: de una madre que se encuentra con su hijo y de ese reencuentro a medias. Y bueno... es eso.
Vos conjuntamente con otra gente que también ha salido del Carnaval como Edú [Lombardo] o Pablo [Routín], están creando -o creándonos a nosotros, el público- esa idea de que el Carnaval no tiene porqué ser solamente en febrero, que el Carnaval va más allá. Puede estar en el teatro, puede ocupar un programa de radio, puede llegar a otros lugares. ¿Es eso lo que vos estás buscando? ¿Hay otros espacios para este género? ¿Dónde está la frontera?
Dos cosas, primero el Carnaval es en Carnaval. El Carnaval es una fecha que está en el almanaque: es febrero y ahí es Carnaval. Ahora la murga perdura durante todo el año, pero no en su forma carnavalera. El género murga es un género carnavalero, con determinados códigos, con determinadas reglas y reglamentos, pero hay un formato posterior, el de murga canción, que ese es el que trasciende la frontera del Carnaval y que bueno, es el formato que estamos transitando Pinocho, Pitufo... y yo. Pero hay una cantidad de gente que transitó este camino antes. Mis referentes inmediatos, gente que hace música popular en la línea que más o menos hago yo. Ahí nombraría a Jaime Roos o a Jorge Galemire. Ellos empezaron hace treinta años con "Todo detrás de momo", o a Los Olimareños con el "Paco Bilbao", o a el Sabalero, cantando "A mi gente". Todas canciones murgueras que hablaban de un paisaje murguero con dejos y reminiscencias carnavalescas, pero fuera del Carnaval. Eran discos que se podían escuchar todo el año o en un recital. Después eso lo continuó Omar Romano y la gente de Rumbo y seguramente un sin fin de gente que por ahí ahora se me está escapando. Pero las dos puntualizaciones que me gustaría hacer son que: el fenómeno del Carnaval es una cosa puntual, que está en el almanaque y yo lo voy a seguir haciendo siempre: es la murga en Carnaval, con su crítica, con su espectáculo carnavalero. Pero por otro lado está este formato de murga canción. La otra puntualización es que ni Pitufo, ni Pinocho, ni yo somos pioneros en esto, hay gente que vino antes como el Canario Luna o como otros. Obviamente que Pitufo y Pinocho son más viejos que yo. Además los tres salimos de Falta y Resto, en años distintos. Los tres salimos con el Canario Luna, en años distintos. Pero ellos están antes que yo.
¿Y ahí, en la Falta es donde están tus raíces?
Sí. Yo soy desde niño hincha de Falta y Resto. Ahora soy el director de los Curtidores y además soy hincha de los Curtidores, pero quiero decir... El dueño de los Curtidores -Daniel Carlucio- es de Falta y Resto, es fundador de Falta y Resto. Es como que con Falta y Resto empezó toda una movida... Bueno "Brindis por Pierrot" es una canción final de cuplé del repertorio de la Falta, cantada por el Canario Luna que después junto con Jaime armaron todo ese fenómeno de la murga canción, consolidada a partir de estos tipos. Vos nombrabas a Pinocho y a Pitufo, yo sumaría al Loquillo, al "Mono" Da Costa, a Albino Almirón... No te voy a decir que todos los grandes carnavaleros pasaron por la Falta, pero sí una gran parte. El "Gallo" Tedequini, el "Piruja", Walter Venencio, Roberto García... Me estoy olvidando de muchos pero... es que si algún día se armara una Falta con todos los muchachos que alguna vez pasaron por la Falta, sería una murga de más de cien personas, toda gente muy influyente en la cultura murguera actual. Ahora Pitufo está asociado a Contrafarsa por ejemplo, yo en su momento también estuve asociado a Contrafarsa, pero la raíz viene de ahí, más allá de esta cuestión carnavalera de que uno está en una murga y otro en otra y vas cambiando. Más allá de eso me parece que hay ahí una historia y sería ridículo no verla. Como sería ridículo no ver que hubo un cambio en el género a partir de La Soberana, porque antes las murgas eran otra cosa y la murga "ideológica" empezó con La Soberana y el Pepe Veneno en el ‘71. Eso marcó una época, fue antes y después de, más allá de que te guste o no te guste.
¿Estás escribiendo algo ahora?
Sí, ahora estoy terminado de escribir una canción sobre una murga que tenía cuando era chico...
¿Draculatecas?
Sí, ahí va, Draculatecas era uno de los nombres, porque cambió muchas veces. Se llamó La Sonrisa, La Suprema, todos los años le cambiábamos de nombre porque todos los años nos peleábamos con alguno. Pero bueno resumiendo sí, estoy haciendo una canción que habla sobre todos los muchachos que la integraron alguna vez y sobre qué fue de la vida de esos pibes, en qué están. Es un tema larguísimo y seguramente no va a ser una canción comercial porque dura cinco minutos o seis, cuando ahora los temas tiene que tener un formato mucho más corto, de tres minutos a lo sumo. Pero no me importa porque tendré otras canciones que sean más efectivas. Además me parece que en los discos uno tiene que tener lugar para todo: para canciones que enganchen y para las canciones que tenés ganas de hacer. Yo si no tengo ganas de hacer una canción, no la hago. No voy a hacer un tema para que sea comercial, pero sí sé que algunos temas tienes más gancho, porque son cortos, porque son más divertidos, o porque tratan sobre cosas específicas. Este tema seguro no va a ser uno de los más escuchados, porque creo que la gente no tiene tiempo para escuchar una canción de seis minutos y que la radio no tiene tiempo para pasar una canción así y que en los bailes no hay cabida para temas que no tienen ritmos bailables y que además habla de personas que no conocen... Pero ta, qué me importa, son mis amigos y les debo esa canción...
¿Fue con estos pibes que te subiste al escenario por primera vez?
Pa’ no sé, en realidad no me acuerdo cuando fue la primera vez. Tengo todo muy en la nebulosa... Era eso que te dije hoy, fue alrededor de los nueve o diez años. Empecé con una barra de amigos, éramos pescadores y terminamos haciendo una murga de pibes. Lo que sí me acuerdo es de momentos importantísimos arriba de un escenario, por ejemplo en el acto inaugural del PIT-CNT en la Iglesia de San Miguel. Ahí sí cantamos con los Draculatecas y recuerdo que fuimos muy aplaudidos porque nuestra murga tenía un contenido social y político muy importante.
¿Hacías las letras en esos días?
Sí, sí. Y ya tenía mis trucos y mis cosas para escribir. Era la época de la dictadura y no se podían decir cosas, por ejemplo: "frente amplio", eso estaba proscripto, pero nosotros igual las usamos en la presentación y decíamos algo así como: "hoy la murga quiere un sendero de amistad / un sendero amplio donde podamos seguir / y mirar de frente al porvenir". Ahora de repente cantás eso y pasa por alto, pero en aquel momento decíamos: un sendero amplio -y hacíamos énfasis en esa palabra- entonces la gente aplaudía y era una cosa terrible. Increíble. Imaginate, eso lo escribía yo que era un niño... y recibir aplausos por algo que yo había escrito con ese contenido político, en un momento tan importante... Yo que sé, fue un cosa que me marcó.
Comparando aquella murga de pibes a las de hoy, ¿cómo ves a las murgas?, ¿crees que se han ido profesionalizando y han ido perdiendo aquellas voces tan características de los canillitas y han ido incorporando otros aportes? No sé, por ejemplo la inclusión de Silvia en los Curtidores u otro tipo de personas que provienen de la música o del teatro o de...
Claro que se ha profesionalizado, pero no creo que haya perdido lo otro. Ha ganado con esto por ejemplo que una primera actriz como Silvia, una persona que vos la ves en la tele y que de repente para cualquiera está lejos, ahora la tenés ahí actuando para vos en un tablado donde pagaste veinte pesos la entrada. Eso es buenísimo que pase, que esa gente se acerque a la murga. Pero lo otro no se perdió, porque por ejemplo en mi murga tengo a Julio Pérez que es como el Canario Luna, tiene una voz así... voz de canillita. Además vos escuchás cantar a la Mojigata -una murga joven- y te das cuenta que intentan cantar como las viejas murgas. Con la Catalina pasa lo mismo, yo que sé... Por eso no creo que se hayan perdido cosas, creo que se han ganado otras.
¿Con quién probás las canciones? Decís esta persona es el filtro...
¿Antes de que salgan?
Sí
Y bueno pasan por muchos filtros. Acá en la empresa la escucha una cantidad de gente, pero previamente a eso pasa por el filtro de mi casa, de la gente que está a mi lado todo el tiempo. Tengo la suerte de tener dos hermanos que escriben también y que son carnavaleros... Pasa por mi vieja y mi viejo que son gente muy sensible y muy instruida. Mis viejos tienen una cultura mucho mayor que yo: mi padre es licenciado en teología y mi madre es maestra, yo que sé... tienen una cultura, un bagaje cultural mucho mayor al mío; por lo menos adquirido académicamente. Yo terminé el liceo y después no hice más nada, entonces claro les consulto, corrijo, pruebo cosas con ellos...
Son tu público más crítico...
Sí. Esto lo debe decir todo el mundo, que son los críticos más duros y a la vez los hinchas más fervientes, pero también yo lo soy con lo que escriben mis hermanos. Critico y admiro su trabajo. Ahora por suerte este año en los Curtidores voy a tener que escribir -además de con el otro letrista que ya estaba en la murga- con mi hermano Yamandú y eso va a estar buenísimo.
Ya se conocen las mañas...
Claro y además no vamos a estar divididos porque de hecho el año pasado estábamos escribiendo para murgas diferentes. En realidad escribíamos para cuatro murgas, cada uno escribía para dos murgas, pero bueno este año Yamandú va a seguir con la Catalina y además va a escribir conmigo en Curtidores y yo voy a escribir sólo ahí. Creo que eso va a estar bueno.
Ahora que hablamos de la familia y de las cosas que te gustan y te hacen bien, si tuvieras que decirnos algo que nunca te puede faltar ¿qué sería?, ¿qué nunca le falte qué, a Tabaré Cardozo?
...Bueno hay una cantidad de cosas que obviamente me gustaría que nunca me faltaran, pero no sé, me parece que una cosa que es importante mantener siempre es la humildad, eso es lo principal. Obviamente que en mi caso eso no está en riesgo. Hay gente que es de determinada manera y gente que es de otra, es cuestión de personalidad... No creo que la gente tenga la culpa, ni el mérito de ser como es. Uno es como es, porque cada uno tuvo sus circunstancias de vida, pero sí creo que uno puede trabajar a propósito de lo que quiere ser. A grandes rasgos la gente no cambia, pero creo que yo soy una persona humilde, porque me criaron así o porque salí así, pero además porque he trabajado al respecto. He tratado de bajar el orgullo, de dejar de lado la vanidad, para ser humilde de verdad. No se trata de tener una postura humilde ante la sociedad, sino de tratar de ser una buena persona. Eso me parece que es importante que no le falte a nadie, pero para un artista es más importante, porque vos tenés tentación permanentemente y tenés casi la obligación de adoptar una postura de vanidad. La vanidad y el glamour en el arte es una como una materia a aprender, pero yo esa no la llevo. Está todo bien con ser un artista, pero yo no la llevo, no puedo hacerlo. Yo soy actor y sé ponerme en un personaje o en otro, pero ese personaje no me cabe ni ahí. No me cabe ser vanidoso y no me cabe porque me tomo el 125 para irme para mi casa ¿entendés?. Y aunque dentro de diez años tenga un auto y viva en Hawai, igual no me va a caber porque ta, porque hay cosas que me parece que pasan por el lado del ridículo... Ojalá eso, nunca me falte.
¿Pero te exigieron alguna vez cambiar la humildad para vender más discos?
No, no, eso no, por suerte trabajo en una disquera donde eso no pasa, no sé si pasará en otro lado. Lo digo porque la humildad es un valor personal e individual y a vos nadie te puede exigir cambiar un valor. Lo que sí te pueden cambiar son actitudes o discursos. Te pueden cambiar una canción o la ropa, o los lugares a donde vas, capaz que los amigos. No, ni eso... Esas cosas pasan a gran escala, a una superestrella pop capaz. Ese no es mi caso, porque por suerte vivo en el Uruguay donde a nadie le pasa eso. Por decirte algo, el otro día me tomé un interdepartamental -iba a la casa del guitarrista anterior a darle un disco- y me encontré con Numa Moraes arriba del ómnibus... Yo justo en ese momento andaba con ganas de hacer una versión de uno de sus temas "La patria compañeros", la cosa fue que nos pusimos a conversar ahí, en el ómnibus y bueno obviamente que cero vanidad por parte del tipo y el tipo es una institución. A mí me parece que gracias a Dios, hacer de tripas corazón y vivir en este país donde todo es muy amateur y todo eso, te lleva a tener una noción de la realidad mucho mayor que donde está armada toda una infraestructura ridícula de luces y de sombras... Me parece que en este caso: el hábito hace al monje. Acá hay una postura de humildad y vos no te comés la comida y ni pensás que sos una estrella, porque sabés como es. Aunque hay desventajas de eso también. La desventaja es que haya tenido que encontrar a Numa en un ómnibus y que Numa no pueda tener una buena goma, que se la merecería. No para tener un Mercedes y andar tirando billetes y tocando bocina y diciendo: yo soy un crack y ustedes son unos giles, pero sí por su trabajo y por lo que significa el tipo. Para mí un referente total. Por un lado es una cagada que sea así, pero por otro lado está bueno como formación humana.
¿Qué tenés planificado para el futuro? A corto plazo digamos...
Bueno... un asado, quiero hacer un asado.
¡Qué suerte, si podés hacer un asado invitame!
No, pero lo estoy planificando, hace tiempo que lo vengo planificando. (Risas). No, no sé, vamos a ver, vamos a ver.
Hay una Zitarrosa en octubre...
Sí y antes La Barraca, ahora la semana que viene o la otra. Tenemos planificado hacer algunas presentaciones allí, pero no con toda la banda, sólo con los músicos que me acompañan: Federico Moreira en la batería, Pablo Rey en la guitarra y Leo Carvajal en el bajo. El trío y yo. Después no sé, como haber hay una cantidad de planes, pero vamos a ver. Por ahora estamos en plan de grabar el segundo disco. Supongo que en esta semana o en la otra vamos a grabar una canción que se llama "El negro Bartolomé y sus dos novias".
El título promete...
¿Sí? Es la historia de un tipo que tiene dos novias... Es una rumba.
Inspirada en una historia real, alguien conocido o...
No, no, digamos que es un personaje, vamos a proteger a los protagonistas. Es un personaje ficticio, además está ambientado en el pasado, en la época del medio mundo y eso.
Medio rumba, medio candombe...
Medio candombe, medio rumba, medio todo.
Para finalizar volvamos al público y al escenario: ¿Se siente diferente cuando te subís como director, tras un maquillaje y de espaldas al público, a cuando subís guitarra en mano cobijado tras los colores? ¿Qué visión tenés? ¿Se siente igual de cerca?
Creo que sí, aunque de arriba del escenario igual no ves a la gente aunque mires. Porque tenés los focos de frente que te están encandilando. Es como cuando te encandilan en la ruta. Vos ves a alguna gente, de repente a los que están sentados adelante, si te fijás capaz que podés llegar a verlos en determinado momento. De cualquier manera no necesariamente tenés que ver las caras, para ver a las personas. No tenés que mirar para ver, podés ver sin mirar y podés mirar sin ver. Yo creo que el contacto con la gente y la comunicación es buenísima y eso es algo que vos lo podés tener de espaldas, dirigiendo a la murga, o lo podés tener de frente, cantando. De hecho igual estoy protegido por la pintura azul siempre... Así que sea en el caso que sea estoy debajo de la galera y pintado de azul (Risas).
Leticia Fraga
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