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Max Capote, demuestra no temerle a los prejuicios |
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lunes, 1 de agosto de 2005
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Apuntes |
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Potente y divertido, Max Capote tiene los componentes básicos del éxito. A partir de canciones diáfanas, perspicaces e hilarantes, su arte conjuga los sonidos más disímiles, en un gran combo digno de una multinacional: hip hop, rap, pop y la música que escuchabas en la fiesta de tu tía Rita. Grandes Éxitos es eso y mucho más. Un muestrario creativo, despojado y contestatario, para escuchar y divertirse, entre otras muchas cosas. Un primer CD en el que Capote demuestra cómo hacer canciones pegadizas, adictivas e inteligentes y cómo lograr que temas de otras épocas suenen celestialmente vigentes. Además, y esto es secreto, su espectáculo promete una sorpresa Fatal...
Hablemos de éste, tu primer trabajo. Un álbum en el que coexisten, pacíficamente, diferentes estilos. Hay lugar para lo electrónico, el hip hop, el bolero, y hasta el retro rock. Pero, ¿qué es Grandes Éxitos?
Es un compilado de éxitos personales. Es un compromiso muy honesto con cada canción. Este disco es eso, una relación entre la canción y yo. Es eso que pasa cuando llegás al final y decís: está terminada. Eso, es un éxito. Es algo semejante a lo que le puede pasar a un Arquitecto con su obra... eso de no creer que con un compás y una escuadra podés hacer un edificio y... cuando termina de hacerlo, ese pasa a ser su éxito ¿no? Ahí pongo todo lo que me gusta, y si no, no lo pondría. Por eso estos son “Grandes Éxitos”. Son un compilado de éxitos personales.
No hablemos de los por qué, sino del cómo... ¿cómo surge el primer éxito? Te acordás?
Mirá, en realidad, es un compilado, bien compilado porque el primer tema data de hace siete años capaz. Creo que el tema más viejo que está grabado puede ser “Irma”. Y, aunque fue grabado en condiciones precarias, quedó esa grabación original. En realidad eso no importaba, porque la intención no era buscar el sonido perfecto ni nada, al contrario, si las cosas suenan hi fi no me gustan... pierden su textura, pierden cuerpo. A mí me gusta buscar, jugar con la textura e “Irma” es un tema de textura bien pesada, bien fuerte... Para que te hagas una idea, la batería fue grabada con un solo micrófono —y de plástico todavía— metido entre el redoblante y el tambor, y quedó bárbaro. Expresa pila. Después, en la misma época hice “Francia”. Y la hice sólo para mostrarle a un amigo cómo se hace una canción. Él me preguntó: ¿Cómo grabás? Y yo le dije: Mirá, es así: grabo esto primero, elijo un loop... no sé qué... y tá!!!... Hice el tema, con la única intención de mostrarle a un amigo cómo se hacía. Entendés... no fue cosa de sentarme a hacer una canción. ¿Es raro eso no?... Es como si yo te dijera ahora vamos a hacer un tema... agarro la guitarra y le pongo esto, después le pongo lo otro y es un tema. Y, después de un tema, haces un disco. [risas]
En cuanto a las letras, son canciones simples, con estribillos pegadizos y que, a simple vista, combinan el humor con lo trágico... ¿De dónde sacas esas historias y a esos personajes?
Es cierto, hay temas con historias raras en el disco. Hay un tema que creo que es el más anti-comercial del disco por cómo surgió. Pasó que un verano nos fuimos con una banda de amigos y mi novia ¬¬—que no era mi novia en ese momento— a Punta del Diablo. Hace cuatro años de eso. En la barra había un pibe que le gustaba a una amiga de ella, un pibe que tiene orejas puntiagudas al cual, obviamente, le decíamos Spock ¿no? Encima él siempre jodía con que la madre había tenido una relación clandestina con el “Sr. Spock” y decía que él era el fruto de esa relación. La cosa es que a una de las pibas del grupo le gustaba, y entonces ellas empezaron a tararear: “Me gusta el capitán Spock”... así, con esa melodía, pero sin la letra... Y se reían entre ellas ¿no? Y todos los pibes que estábamos ahí nos moríamos por saber qué era lo que estaban cantando. Cuando volvimos yo me hice novio de una de ellas [Patricia] y le pregunté: “Bo, ¿qué cantaban ahí?”. Y me dijo que como a Daniela le gustaba David le cantaban: “Me gusta el capitán Spock”... La cosa no quedó ahí, pasó que este pibe se fue para Perú porque el padre es diplomático de la ONU y no sé que historia... él se fue... Yo agarré eso e hice un tema de eso. Lo puse en MP3 y lo mandé para Perú. O sea, con esto te quiero decir que en ningún momento hay una visión de que éste tema va a estar en un disco y tiene que vender o algo así... No. Simplemente nació como una joda para un amigo ¿me entendés? Y lo que hace simplemente es narrar todo lo que fue ese verano con él. Y tá!!! Entonces cuenta cosas como que el tipo se hizo un tatuaje de gena y se le borró al toque. El loco se había gastado una plata y se le borró en el agua salada. Eso es lo que cuenta el tema.
Y en el resto de los temas el humor no deja de estar presente...
En realidad vos podés encontrar cosas de humor, pero no es un humor intencional. No es un humor para hacer reír, sino que a mí me gusta experimentar con determinados sonidos y determinadas formas que pueden causar gracia capaz ¿no? En “Spock” hay algunas cosas que pueden causar gracia, pero pasa que a veces me pongo a experimentar y grabo sonidos con la boca y ese simple sonido queda grabado y pasa a ser parte de algo mayor. Al estar tan en contacto con los sonidos que vos producís y estar pendiente de eso, lo haces así. Yo de hecho soy de grabar muchos sonidos. Por ejemplo hay un tema que canta Dani Umpi: “Quizás, quizás, quizás”, al que le añadí la risa de mi suegra, porque me encanta como se ríe, porque tiene esa risa contagiosa. Ya tenía a Dani Umpi conmigo y entonces le dije: “ríete para dentro del disco”. Pero bueno, sí, capaz que hay determinadas cosas que te hacen pensar que hay humor en eso que escuchás, pero el humor no es un humor planificado. Yo sé que te podés llegar a reír con Max Capote, pero no es la intención en realidad. La intención es la de usar elementos que están fuera de contexto de lo que es la música y, como están fuera de contexto, sorprenden o causan risa. Si yo ahora entrara a mi cuarto y encontrara un elefante, me cagaría de la risa, quizá otro se pone a llorar, pero siempre que sacás de contexto una cosa ese sólo hecho te provoca una emoción. Capaz que va por ahí mi intención.
¿Cuál era la intención tras Noches Pochas?
“Noches Pochas” fue un tema que en realidad era un jingle para un programa de radio de una amiga que iba a llamarse así. Yo le dije que le iba a hacer un jingle, pero que lo iba a hacer medio largo, porque así, si no lo usaba en el programa lo hacía canción. [risas] Y bueno... tá, hice la música.
Dijiste: todo lo que me gusta lo pongo ahí o...
No, por ejemplo, ahora estoy grabando un calipso. Me pintó calipso y... o sea, me pinta lo que me pinta y lo grabo, no soy de decir: “no esto no”. ¿Qué pasa? Yo, desde un momento sé que en Max Capote se admite todo. Ahora, sé que hay bandas que no admiten todo, que nunca van a hacer un tema raro o si hacen un tema que no sigue su estilo pasa a ser una “rareza” dentro de ellos, y lo festejan como una “rareza”. Pero en Max Capote nunca vas a ver una “rareza” porque es todo “raro”. Es como que cae cualquier porquería ahí adentro. [risas] Si me das un tango, capaz que no zafa, porque como ya grabé un hip hop dentro del disco, boleros y cosas así, entonces... Eso me da libertad de laburo. Poder hacer las cosas que se me canten las pelotas y, está todo bien. No voy a defraudarme o a pensar que me estoy defraudando. ¿Me entendés? Tampoco mi intención es hacer las cosas más variadas posibles. Mi intención es sentarme, hacer lo que se me canten las bolas y que cuando lo escuche me entre lo que me dice... nada más. Y si le gusta a otro, que le guste y sino, que no le guste ¿no?
¿Cuándo incursionaste en el mundo musical?
Hace catorce años. A los catorce.
¿Qué te llevó a eso?
Fue porque vi la película “La Bamba” y dije: “Mamá, quiero tocar la guitarra y tá”. Me compraron una guitarra y empecé. Además, un amigo de esos que tenés cuando sos pibe —de los que andan juntos para todos lados— también se quería comprar una guitarra eléctrica. Entonces al loco los padres le compraron una y fuimos al profesor de él. Ahí vi todas las guitarras, cosas que ves en la tele nada más. Ahora está mucho más difundido, pero hace catorce años uno no sabía dónde ir a comprar una guitarra eléctrica. Capaz que para mí, o para un pibe de catorce años hace catorce años, eso de tener una guitarra de verdad, tocarla y saber que no es de la tele, que existe... Es como que te excita un poco. Y yo, que soy un animal que se mueve a través de la excitación [risas] las cosas las hago porque me excitan, si no, no las hago.
Así empecé. Lo primero que toqué fueron temas de los Beatles, aunque yo no sabía que eran sus temas. El profesor me enseñaba los punteos y yo los repetía hasta que un día le dije a mi padre: “mirá, el profesor me está mandando a tocar temas de los Beatles... Vos ¿conoces a la banda?”. Y me dice: “sí claro, cómo no la voy a conocer... yo tengo como cinco discos de ellos”. Y yo dije: “pa’ que casualidad... y en realidad en todas las casas habían discos de los Beatles”. [risas] Me acuerdo que yo tocaba “All my living”, sin haberla escuchado nunca. Cuando los escuché dije: “pa’ como tocan estos hijos de puta”. Ahí me enamoré, salado.
Además de los Beatles, ¿qué otros sonidos inspiraron a Max Capote?
Yo descubrí una persona que tiene las mismas influencias que yo, Beck. Él es fan de los Beatles, le gusta mucho la música brasilera... a mi me gusta la música brasilera, la antigua, no la cantada. Me gusta una canción brasilera, cantada, de los años ’70, eso es lo que me gusta. También soy muy fanático del hip hop salado, eso me encanta... Eso lo puse en el disco. ¿Qué pasa? Claro, pasa que los Beatles son abridores de puertas. Yo creo que la música de los Beatles es avanzada para la música de hoy. Algunos de sus temas podían estar en un disco de Beck. Los Beatles son el Jesús de la música. Hay un antes y un después de ellos. Ahí, cambió todo. Ellos hacen un tipo como si fueran baladas, pero en rápido. [risas] “Hear how ior hen”, parecen que fueran baladas, pero con el tiempo centradito ¿no?, eso te mata.
De Beatles a Los Panchos, de Beck a Pimpinela, pero ¿cómo llega la banda?
Yo tenía algunos temas grabados, entonces los llevo a la radio, a Banda Joven y empiezan a pasarlos. Ahí me empezaron a llamar por teléfono mis amigos y decían: “bo, te están pasando en la radio. ¿Cuánto pusiste?”. Entonces, me entero que los están pasando y que le están dando manija en ese tipo de programas... Después me llaman del programa y me dicen qué querían hacerme una entrevista... Analía Fontán fue la que hizo esa entrevista, y fue ella también la que me hinchó las pelotas diciéndome que tenía que grabar un disco. Lo único que me faltaba era armar la banda... Yo no tenía idea, pero me fueron presentando gente. Gente a la que le gustaba lo que escuchaba y entonces se fue formando la banda. Así compuse un tema, que cantan Patricia y Daniela [Las Primitas T] el del “Capitán Spock”. Entonces ellas también tenían que estar en el grupo y se sumaron. [risas] Ahí se formó todo un circo... con personajes raros... Las chiquilinas no son cantantes... es, les doy algo y vos cantás. Yo tampoco soy cantante... yo canto para el ojete, pero canto porque son mis canciones y ¡tá!
La primera actuación en vivo que hicimos fue en el Piso. Nosotros habíamos hecho un jingle para el Piso que decía: “sacate la remera, llegó la diversión...” y lo cantaban las chiquilinas y a nadie le gustaba ese jingle. Era asqueroso. Pero a mí me encantaba. [risas] Eso te da... lo que tiene Max Capote es que puedo darme el lujo de hacer cosas horribles y que a alguien le guste.
Mirá, hay un tema que se llama “Fijate bien”. Ese tema lo grabé mientras lo compuse tá! O sea… no es un tema... tenía unos acordes pensados y entonces puse play-record y empecé a hacer una pallada, una catarsis... eso es algo que se nota en el disco porque no tiene una coherencia, es medio raro lo que dice. Ese tema le pega a todo el mundo y es un tema que está cantado para el ojete. Además le puse autotune —un efecto que hace que se afine la voz, la deforma tanto que a veces queda medio mal— para no olvidarme cómo iban las notas entonces quedó todo mal cantado, medio roto así. Y por ese tema justo ahora me llegó una carta de UNICEF pidiendo permiso porque querían usarlo en un documental de UNICEF... para los niños y ¡¡no sé qué!! O sea, yo de lo que me di cuenta es que a veces, la gente está podrida o aburrida de ver en lo lindo la belleza ¿me entendés? Por la tele o por el lado que sea lo que recibís es “la belleza”, pero es una belleza estructurada, que ya está. Uno ya sabe que eso es belleza. Pero hay otra forma de belleza que está en lo no tan afinado, en lo no tan encarpetado a lo que te digan ¿no? Que, quizá es como romper un poco el paradigma, pero la gente está aburrida de eso otro. Quizá sea mejor entonces perfilar para ahí. Max Capote es como una válvula de escape hacia todo lo otro. Escape de lo establecido que a mí por ejemplo, me tiene re-podrido y calculo que debemos ser muchos los que estamos igual. ¿Por qué una mujer linda tiene que ser así, con el pelo largo, rubia y de ojos azules? ¿Por qué? No. No es así, me entendés... Eso pasa en la música, pasa en el cine y pasa en todos lados. Ahora creo que está la humanidad en una vuelta de rosca, en una especie de transición de pasar de todo lo que está establecido a lo nuevo. Que capaz que eso se puede tomar como una decadencia, pero creo que no es decadencia, es ir a los valores reales de la humanidad. Un tipo cuando toca una canción desafinada, pero capaz que te estoy expresando más cosas que cualquier super cantante. Bueno, eso pasó con los Beatles. En su época habían muchos mejores cantantes que John y Paul, muchos mejores guitarristas que George, muchos mejores bateros que Ringo, pero... ¿por qué fueron ellos? Por el conjunto y por esa intención, por la forma en que lo hacen. Tiene mucho más swing Lennon cantando todo ronco “Tuis daun Sahún” que Frank Sinatra cantando... no se qué... Quizá es también eso no... Yo prefiero a Luis Armstrong a cualquier otro mil veces...
¿Cuál fue la idea para la imagen del disco ¿Por qué esa estética? ¿Por qué el ama de casa moderna necesita contar con el arsenal de posibilidades?
Bueno, hay una conexión muy grande entre el contenido del disco y su diseño estético en general. ¿Qué pasa? Nosotros queríamos que hubiera una especie de enganche entre el arte de tapa y la música. Había que partir de la base de que tenía que tener mugre la tapa, porque la música tenía mugre. La música no suena limpia, es mugrienta. Entonces la tapa tenía que ser texturada a partir de eso. Yo pensaba mucho en la sinestesia... La sinestesia plantea que si uno estimula un sentido va generando imágenes o sensaciones hacia otros sentidos. Por ejemplo, te estimulo el tacto y sentís un gusto al mismo tiempo. Entonces yo qué hago... te estimulo la oreja y te hago tener una imagen visual... trato que, dentro de cada tema, se genere una especie de color... Entonces ellos [los muchachos de des.diseño] escucharon el disco y vieron que el color del disco era éste, el que al final manejaron: el de la mugre. Además, como habían cosas que remitían a otros tiempos, plantearon que el arte tenía que tener algo retro. Entonces el disco se fue transformando en eso, en un color retro. Por último se nos ocurrió la idea de que fuera un producto a la venta, y ¡¡tá!! Que fuera tipo un utensilio de cocina, una herramienta para el ama de casa. Algo así como que: ponés el disco, lavás los platos y escuchás la música de Max Capote. Esa es la idea. No sé si alguien lo hará eso... [risas] Pero va por ahí. El disco entonces terminó convirtiéndose en una hoja de la picadora Mulinex. Este es un disco que en realidad tendría que estar en cualquier góndola de supermercados, como una herramienta para el uso doméstico. Pero está en las bateas de Palacio de la Música, en CD Werehouse o en otras disquerías del barrio. [risas]. Pero tá, de ahí partió la idea.
Y, al parecer, hay un público al que sí le gusta. ¿Quién es el público de “Grandes Éxitos”?
Tiene muchos públicos. Tienen un público muy variado en realidad. ¿Todos te deben decir lo mismo, no? [risas] Pero el público es muy variado. Tipos de entre diecisiete y veinticinco años que les encanta... y son fanáticos. Pero también hay gente mucho más grande. Yo me di cuenta de que tengo mucha suerte de haberle agradado a mucha prensa, y siento que es como que ellos te dan para adelante. Y eso es un beneficio. Es correr con un as en la manga. Cuando recién salimos, creo que en la M1 estaba el programa “Fin de siesta” de Analía Fontán y estaba el programa de “Banda Joven” y nos daban para adelante salado. Eso también hizo que las revistas de tendencia de esa época, la Pimba, Neo y la Freeway se coparan. Estaba buenísimo eso. Además todo era sin ningún tipo de interés atrás porque no había nada atrás. En este país si vos me venís a hacer una nota es porque te interesa, porque te gusta la música o porque te gusta lo que hacés, no hay otro tipo de interés tras las cosas. Eso está bueno, porque eso es lo que te ayuda a difundir tu música. La gente es la que de última tiene que elegir si quiere eso o si no lo quiere, pero, para poder elegir tiene que conocerlo. Sería una cagada que a nadie le gustara Max Capote porque no lo conoce. Ahora si todo el mundo lo conoce y a nadie le gusta... bueno... eso está bien, están en todo su derecho. Mientras el viento sople, nosotros vamos a ir para ahí. No hay una cuestión de forzar la pelota para ir para un lado… [piensa] Yo me dedico a hacer canciones. Yo agarro la guitarra y hago canciones... O sea, eso es la música de Max Capote. Eso es Max Capote en realidad, mientras le interese a la gente que le gusta... ya está. Lo que viene después... viene o no viene!!! Me entendés!!
Analía Camargo
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