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La Vela Puerca, De vuelta y de fiesta |
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lunes, 15 de octubre de 2001
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Cuenta la leyenda que un 24 de diciembre, allá por el Parque Rodó, dieron su primer concierto. De ahí en más; todos los 24 se convierten en fiesta velera al celebrar su cumpleaños. Fiesta que para muchos –me incluyo- dejó en segundo plano la tradicional Noche Buena. Su nuevo CD: De Bichos y Flores, rompe la espera de tres años y pone al grupo nuevamente al frente. Hoy, Sebastián Teysera (voz) nos habla de este nuevo trabajo y de algunas cosas más. Con ustedes: la banda amiga que te aguanta el corazón; La Vela Puerca.
- Se hizo desear la salida de este disco. - Sí, se hizo desear.
- ¿Qué pasó? ¿Por qué tanto tiempo para sacar el disco? - Pasó de todo. La historia fue que al año que salió el Deskarado, que fue en marzo del ´98, nosotros estábamos con una compañía nacional que se llama Obligado. Se vendió los derechos y el master del Deskarado a una compañía que se llama Surco, que es la de Santaolalla. En ese momento Gustavo nos ofrece un contrato y nos pregunta si tenemos temas para sacar un disco; obviamente no teníamos los temas, hacía un año que había salido el Deskarado y sólo teníamos cinco canciones nuevas. Entonces no había posibilidad de grabar un nuevo disco en ese momento. Así que nos ofrecen la opción de trabajar en el sonido del Deskarado para editarlo en el exterior; eso fue lo que hicimos. Se editó en Argentina, México y Estados Unidos. De ahí en más, Gustavo tiene una forma de laburar bastante... tediosa, digamos, pero muy efectiva, que es que para un disco de 13 canciones como es este, por lo menos tener 30 temas para poder elegir. Entonces bueno, nos encerramos a componer, a ensayar y hacer demos. A su vez, también tocábamos mucho en el interior y hacíamos la gran apuesta de ir a Argentina a tocar. De hecho nos fuimos un mes: todo enero del otro verano. Nos instalamos en Villa Gessel e hicimos catorce toques en veinte días. Después nos fuimos a Córdoba dos veces, a San Juan de Mendoza... y todo eso, más la etapa de componer, de ensayar y grabar, fue atrasando el disco por nuestra parte. Después, por su puesto que está toda la otra parte que es la agenda de Gustavo, que tiene una agenda salada: desde producir a otras bandas hasta hacer música de películas como la de Amores Perros. Entonces su agenda también influyó, y la burocracia de toda empresa grande, como lo es una multinacional, atrasa un poco las cosas. Y por eso la salida del disco demoró más de tres años. Yo tampoco me quejo. Creó que fue una gran oportunidad para componer canciones y para crecer como banda. Veníamos con una historia con Deskarado que vino muy de sopetón. Sacamos un disco de bobera y nos puso en un lugar que nosotros no pensábamos ni estábamos preparados; ni como banda, ni musicalmente. Tuvimos que encerrarnos para ponernos a la altura de la situación.
- Ahora: ¿fue casualidad lo del primer disco? - No sé, creo que hay un poco de todo. Llenar un espacio que de pronto en ese momento estaba vacío... ese creo que fue el punto más importante. Después de ahí, el tomar conciencia que cantás, que el otro es bajista, guitarrista... yo soy guitarrista. Esa toma de conciencia también ayudó muchísimo a que saliera este segundo disco y a que nosotros aguantáramos con sus pro y sus contra lo que fueron tres años sin sacar otro disco.
- Sacáme de una duda; ¿el primer trabajo lo hicieron gracias al premio que ganaron en canal 10? - No, no era un disco el premio. El premio eran ochenta horas de grabación, de las cuales nosotros para el Deskarado usamos más de ochenta; usamos ciento noventa.
- ¿Tuvieron que pagar la mitad de las horas? - No. Lo que hicimos fue firmar el contrato con Obligado. O sea, Obligado no tenía nada que ver con el concurso, pero por el concurso vino el contacto. Por medio de Andrés Sanabria, al sello le gustó lo que hacíamos y nos ofrecieron un contrato para grabar un disco. O sea, las ochenta horas del concurso como que nunca pintaron, pero nos dio la oportunidad de tener el contacto para poder hacerlo de esa manera.
- ¿Y a Claudio Taddei cómo llegaron? - Por medio de Sanabria, que sabiamente se dio cuenta que necesitábamos un productor artístico, alguien que organizara un poco la demencia. Entonces nos recomendó a Claudio. Fuimos a hablar con él y tuvimos una química instantánea. La verdad que nos ayudó muchísimo y aprendimos muchísimo... le sacamos canas verdes también (risas). Pero con una gran paciencia y una gran sabiduría supo llevar el disco a lo que fue.
- Volviendo al disco nuevo, ¿quedaron conformes con el resultado? - Yo sí. Yo quedé muy conforme. Veo el resultado y lo que te contaba: el hecho de haber tenido tres años entre una experiencia y esta otra... fue un parto ¿no? Pero aprendimos muchísimo durante ese tiempo. Pasó mucho agua bajo el puente y realmente yo quedé muy conforme.
- ¿Cómo definirías De bichos y flores? - No tengo idea. Sé que es algo diferente al anterior. Cosa que me gusta, porque es diferente pero no es algo totalmente diferente. Lo veo más maduro. Es un disco un poco más oscuro, un poco más pesado... un poco más viseral. Yo creo que lo definiría como viseral, ahí está. Más profundo, más intimo, no tan para afuera sino que un poco para adentro de cada uno de nosotros.
- ¿Qué desventajas tiene laburar para una multinacional? Porque viéndolo desde afuera me da la impresión que ustedes ya no tienen tanto el sartén por el mango. - Depende, nosotros sentimos que sí tenemos la sartén por el mango; pero es otra sartén. Es otro mundo, se juega de otra manera. A mí lo que me gusta es meterme en el lugar para saber y aprender, y si algún día por x razón somos independientes, sé cómo se juega en el mundo de las multinacionales. Creo que acá nosotros tenemos la sartén por el mango, de pronto en otro lugar no. Pero lo que te da la oportunidad es que tu música se conozca en otros lados. Que esté en otros lados, con mayor o menor bola. Indudablemente a Ricky Martin le dan diez mil veces más bola que a cualquier otra banda, será cuestión de empresa, de marketing y de negocios. No hay que olvidarse de eso: para ellos es un negocio. Pero están los discos en México, en Argentina, y a nosotros eso nos da la oportunidad de ponernos las pilas y decir: "bo’ vamos con la banda a mostrar lo que hacemos". Para mí es muy importante ir a donde esté el disco y tocar. Cueste lo que cueste.
- ¿Y cuesta mucho? - Cuesta sí. Cuesta desde todo punto de vista; desde tiempo hasta plata. Nosotros no estamos acostados en un sofá esperando que la compañía nos lleve acá, nos lleve allá, nos arme esto, nos arme lo otro. No, eso lo armamos nosotros. Y lo que hacemos de pronto es pedirle una mano a la compañía en el sentido de decirle: "Organizamos esto y precisamos que nos des un lugar. ¿Se puede?". Y ellos nos dicen que sí o que no. Pero el resto lo organizamos nosotros. Por eso te digo que de cierto modo la sartén la tenemos nosotros.
- ¿Qué sucede con la banda fuera del país? - En Argentina hace tres años que vamos y últimamente se ha notado todo el esfuerzo que hicimos. Desde el punto de vista de ir y arriesgarnos a tocar solos en un boliche. O sea, alquilar el boliche, chiquito ¿no?, vender 250 entradas y llenar el lugar. También cada vez nos fue mejor gracias a un montón de bandas de gente amiga que nos fuimos haciendo durante estos tres años, que nos tiraron una mano terrible. Que son bandas que están allá también peleándola y que te invitan a tocar con ellos. Eso te deja la experiencia, no estoy hablando de lo económico, sino de lo humano. De esa manera cada vez va mejor, porque cada vez tenemos más amigos y cada vez compartimos con más gente cuando vamos a tocar. Eso es impagable.
- ¿Y con el público qué pasa? - Y el público es como acá. Es muy parecido. No te sabría decir lo que es el público masivo, que debe ser una demencia en Buenos Aires, pero el que conocemos es bastante fanático.
- Alguna vez la periodista Gloria Guerrero dijo sobre Los Redondos que la gente que los iba a ver no era público de los Redondos, eran amigos de Los Redondos. ¿Pasa lo mismo con La Vela? - Hay un compromiso -creo que es eso- que se nota en los toques; un compromiso entre la banda y el público de decir: estamos todos haciendo algo. No es la banda dando un toque y vos escuchando, sino que es una unidad. Eso es lo que tratamos de generar nosotros y que Los Redondos generan también. Como también lo hacen Los Piojos, La Renga o algunas bandas de acá como La Tabaré. Entonces yo de pronto digo que somos amigos, porque le hablás a la gente y le decís: "bueno gente vamo’ hacerla", pero hacerla todos y hacerla bien. Eso se genera; es parte de lo que apostamos nosotros y que disfrutamos. No podríamos tocar sólo nosotros y mirarnos entre nosotros nada más.
- Ahora que mencionas a La Tabaré, ¿cómo se llevan con las bandas de acá? - Bien. Me gustaría conocer mucho más gente de la que conozco. O sea, bandas musicalmente me encantan un montón. Yo nací en el ´73 y tuve la oportunidad de ver a Los Traidores, La Tabaré, Los Estómagos; fue una etapa que me marcó. Después vino una transición que fuimos bombardeados con cosas del exterior, que dejamos de mirarnos a nosotros mismos. Hasta que un día -no me olvido más- vi a La Abuela Coca en el Atenas, y los tipos formaban una fiesta. Eso me mató. Yo siempre quise tener una banda, no siempre quise ser músico, quería tener una banda (risas). No me importaba qué iba a hacer adentro de esa banda; de hecho me tocó cantar y nunca pensé, ni era mi sueño cantar. De repente faltó un vocalista...
- ¿Cómo fue eso? - Yo tocaba la guitarra en una banda y un día faltó el vocalista. Ibamos a tocar en la Casona de Pereira, que queda al lado de la décima, faltó el vocalista y con el guitarrista nos miramos y le dije: "bueno, tocás vos y canto yo". De ahí en adelante no paré más.
- ¿Vos te sentís un poco el creador de La Vela? - El más rompe huevos sí. Ahora le debemos un poco este disco al Mandril (Nicolás Lieutier: bajo), que es el más organizado. Yo siempre tuve las ganas y la fe. Date cuenta que para El Cebolla (Sebastián Cebreiro: voz) o para Coli (Carlos Quijano: saxo), por ejemplo, nunca pensaron en tener una banda y es la primera que tienen. Y es un poco fuerte decir: "voy a tocar en una bandita", y de pronto ¡paf!, ir a grabar a Los Ángeles. En el caso de Santi (Santiago Butler: guitarra) y del Mandril, yo venía tocando hace bastante tiempo con ellos. Simplemente ellos decían: "nosotros somos amigos y nos juntamos a tocar". Y yo decía: "no; nosotros somos una banda y tenemos que ponerle un nombre". Esa parte fue bastante tediosa porque no querían (risas). Lo que hice fue romper los huevos diciendo: "bo’ vamos ha creérnosla un poquito para poder crear algo". Vamos a mirarnos a nosotros como un algo, vamos a ponerle un nombre para hacerlo crecer, tomarle cariño y a respetarnos a nosotros mismos. En el sentido de decir: "Loco, vos sos bajista". "¿Yo soy bajista?". "¿Y cómo no?, vos sos bajista". "No, porque yo no sé tocar así o asá". "Qué me importa, vos sos bajista. Yo soy cantante, vamos (risas)". Nunca pibe.
- ¿Qué fue lo que le gustó a Santaolalla para llevarlos a su sello? - A Gustavo le gustan las canciones; eso es algo que tenemos en común. El concepto de canción, lo que genera una canción; el ritmo está bárbaro, pero lo que es una melodía de una canción no hay con qué darle. Y fue Mi Semilla la que le gustó. Fue toda una historia media extraña. Yo estudiaba diseño gráfico y estaba laburando en la computadora para una entrega o algo de eso, estaba escuchando la radio: Radio MTV era, que la pasaba la X. Entonces dicen: "el que diga el nombre de esta canción y la banda, que mande un mail a esta dirección y se puede ganar cuatro discos de lo que quieran". Yo estaba repodrido en casa y les mando un mail, la canción era Break On Through de Los Doors, y en el mismo mail le pongo: "acá hay una banda que se llama La Vela Puerca y vamos a grabar un disco". Mando el mensaje y al otro día me contestan; abro un mail que dice: compatriotas... a la mierda dije. Cuando tengas el disco mandámelo, mi dirección es "tal", y todo así. Firma: Enrique Lopetegui, un uruguayo que vive hace muchísimos años en Los Ángeles y escribe en revistas de rock como La Banda Elástica, que son revistas de rock en español de Los Ángeles, para el público latino digamos. Pasaron como seis meses y le mandé el disco. Yo no estaba enterado, pero él era amigo de Santolalla y le hizo escuchar el disco por teléfono. De hecho fue él quién le mostró a Gustavo la Bersuit también. Es una especie de iluminado.
- O tiene buen oído. - También. Le mostró Mi Semilla, a Gustavo le gustó y de ahí en más fue que escuchó todo el disco. Justo estaba buscando bandas para su sello y se dio. Pero fueron las canciones que le gustaron; hablo del concepto de canción: letra, melodías, armonías...
- La mayoría de las letras son tuyas ¿no? - Sí... hace tiempo que estoy tratando de que estos vagabundos se animen a escribir canciones. De hecho en este disco la letra de El Viejo la escribió Nico: El Mandril, el bajista. Es la primer letra que aporta a la banda. El Cebolla también ha escrito bastantes canciones, incluso acá hay un tema que se llama Rebuscado que es íntegramente de él: música y letra. Pero yo estoy buscando que se animen un poco más para abrir el espectro del punto de vista y la manera de escribir de cada uno.
- Las letras que hacés son bastante comprometidas con las cosas que están pasando. - A mí me gusta decir cosas. Decir cosas no es despotricar ni denunciar todo el tiempo; sino decirlas. En el decir hay muchísimas cosas: está la denuncia, la amistad, el amor, la calentura, la rabia, la amargura, lo etéril, lo comprometido, hay de todo. Y así es como me gusta escribir a mí; diciendo o tratando de decir algo. Y para eso me gusta mucho la calle, andar por la calle, tanto de día como de noche; sobre todo de noche, es más divertido y se ven más cosas. También me gusta viajar, cuando puedo lo hago. Creo que las letras salen de ahí, entonces indudablemente tienen una carga social porque nacen de ver cosas, de analizarlas y volcarlas a tu manera.
- ¿Qué es lo que menos te gusta de difundir el disco? - A mí lo que me parece medio tedioso es la estructuración que tiene la salida de un disco. Que todo tiene que ser así y asá, porque todo es así y asá ¿no?. Porque ahora viene la etapa de entrevistas y el corte difusión, todas esas palabras; todo eso me rompe un poco los huevos (risas). Pero es así, es parte del juego y hay que jugarlo. Entonces si vas a jugar, jugalo bien.
- ¿De acá al futuro qué pasa? - Y hacer otra vez la fiesta. Hace diez meses que no tocamos, extrañamos tocar acá, extrañamos la fiesta que se arma cada vez que tocamos, extrañamos a la gente y bueno... sale el 20 de octubre en el Teatro de Verano, buscando nuevamente el compromiso y la unión entre la banda y la gente.
- La última: el 24 de diciembre al firme ¿no? -Lógico, ese es un compromiso con nosotros mismos. Bueno... es el festejo que cumplimos años y aprovechamos para hacer la donación de juguetes para los niños que no tienen... y no va a hacer este 24 el que no vayamos a salir.
- ¿Algo más para agregar? - Salud y cuídense.
Nicolás Hidalgo
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