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El Cuarteto de Nos, una banda como pocas |
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domingo, 3 de abril de 2005
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Hay pocas bandas en el mundo que llegan a los 21 años de existencia con los mismos integrantes del principio. Hay pocas bandas que manejan tan bien en sus letras el absurdo y el sarcasmo. Hay muy pocas bandas que son clásicas y vanguardistas al mismo tiempo. Hay poquísimas bandas que logran que sus espectáculos sean casi siempre diferentes y brindan buena música y humor cada vez que se presentan en vivo.
El Cuarteto de Nos es una de esa pocas bandas y está festejando sus 21 años de vida preparando un show en el Cine Teatro Plaza. También está presentando un CD homónimo que contienen 15 de sus mejores canciones y tres temas nuevos.
El Cuarteto de Nos es una de esas pocas bandas que tienen todas esas virtudes, y la única que tiene una heladera (¡?) en la tapa de su último disco.
Santiago Tavella: La heladera es de la mamá de los Musso.
¿Y qué mérito tiene esa heladera para ser tapa de un CD del Cuarteto?
Bueno, por más que no era la idea original hacer que la tapa fuera la heladera de la madre de alguno de nosotros, igual uno dice “Es la heladera de la madre de uno del Cuarteto”; no es un detalle menor. Pero también habían otras cuestiones, por ejemplo la heladera de mi madre es mucho más moderna e incluso la otra heladera de mami Musso –porque ésta es la heladera que está en la despensa creo, no la que se usa constantemente-, también es más moderna. Pero en realidad estábamos atrás de ese tipo de heladera de forma bombé, porque habíamos empezado el trabajo de la tapa con las fotos esas que están adentro, en el librillo, que están sacadas en una farmacia que queda acá, a media cuadra. Esa fue la primera idea: probar la tapa con fotos del grupo. Hicimos esas fotos en la farmacia, que quedaron muy buenas y que más que definir qué foto iba, lo que definieron fue una cuestión de clima ¿no?. Al final dijimos: “No, nosotros no somos sólo cuatro caras bonitas. Vamos a hacer una tapa que no sea eso”. Y a mí en realidad no me convencía mucho porque yo estoy muy contento con mi cara (risas). Entonces lo que se decidió fue no incluir las fotos en la tapa, pero mantener ese clima, esa idea medio decadente y esas cosas por el estilo. Entonces lo que está buscado en la tapa de la heladera es eso: es la heladera de la farmacia por más que sea la heladera de la mamá de Roberto y Riki.
Este disco es recopilatorio pero los temas fueron hechos de nuevo, ¿fue idea de ustedes desde el principio?
Sí, teníamos esa idea hacía tiempo. Cuando habíamos hecho el disco anterior: “Cortamambo”, esa idea estaba rondando. En ese entonces Beto –Alberto García, del sello Koala Records- quería hacerlo. Ahora, nosotros queríamos que este disco estuviera recontra bien producido. En ese momento, en el 2000, no teníamos mucha idea de productor. Después apareció la idea de que tendría que ser un productor muy posta y bueno, estuvimos viendo nombres y los nombres que no propusieron en ese momento nos parecían que, no sé... como que era gente a la que no le íbamos a dar bola. Hasta que en determinado momento, Gustavo del sello Ultrapop, que nos sacó “Cortamambo” en Buenos Aires, que es un loco muy amigo, nos presentó a Juan Campodónico. Bah, “Nos presentó”, nosotros ya nos conocíamos, pero en ese momento medio que hizo una presentación oficial, y nos dijo: “Ustedes tienen que hacer el disco con él y yo lo edito”. Lo cual nos parecía medio raro porque sabíamos de antemano que Gustavo no tenía un capital para editarlo. Pero viste esa gente que te propone cosas y después ve; realmente un loco muy desinteresado porque en realidad yo creo que en el fondo él sabía que no podía producir ese disco sin embargo lo propuso. De ahí a Juan le gustó mucho la idea y al poco tiempo, ponele que eso fue en diciembre, en febrero estábamos preproduciendo este disco: febrero de 2003. Ahí hicimos la preproducción, estuvimos como tres meses viendo los temas, entonces hicimos un demo. Y lo que suponíamos que iba a ser algo muy fácil: conseguir quién lo produjera, se convirtió en algo bastante cuesta arriba.
¿Sí?
Sí. Porque era un proyecto caro y nosotros defendíamos mucho eso: este disco es el disco que tiene quince de nuestras mejores canciones... No sé si son las mejores…
Debe ser difícil elegir quince de toda una vida, ¿no?
Lo es. Aparte decidimos dejar lugar para tres nuevas porque tampoco queríamos que fuera solamente un paseo por el pasado. Entonces tres canciones nuevas iban a haber seguro. En determinado momento dijimos: “¿Si hacemos un disco que sea muy largo?”, pero no queríamos... Con todo es un disco bastante largo…
Mejor.
Pero viste que actualmente en la industria discográfica existe la idea de que un disco tiene que durar menos. Al final quedó un disco de dieciocho canciones... Esa fue una de las pocas cosas en las que no le dimos bola a Campodónico, porque Juan quería hacerlo de menos. Nosotros le dijimos: “Mirá, dieciocho canciones es un número cabalístico: “Otra Navidad en las Trincheras” tenía dieciocho canciones, fue el disco que más vendimos nosotros y creo que fue el disco que más se vendió en la historia del rock uruguayo. Y después el otro disco que tiene dieciocho canciones es “Tren Bala” que fue el segundo disco que más vendimos”. Entonces le dijimos que esta matemática de la industria de hacer trece o catorce temas, con los problemas que teníamos de seleccionar canciones, no nos convencía.
Me hubiese gustado estar en el momento en el que estaban seleccionando los temas. ¿Cómo estuvo eso?
Fue difícil pero no fue una cosa peleada de: “La puta que te parió esta no va” (Risas). Era como que estábamos con las canciones y hablábamos tranquilos. Me acuerdo que en determinado momento, a mediados de 2003, que no sabíamos con quién lo íbamos a grabar ni nada por el estilo, la cosa había quedado en que teníamos unas diecinueve o veinte canciones que estaban más o menos decididas, y cómo no estaba definido quién iba a grabar el disco, lo dejamos por ahí. Después cuando estábamos a punto de empezar a grabar, en 2004, dijimos: “Che, estamos dejando un problema bastante importante”. (Risas).
Patearon la pelota para adelante, pero ahora tenían que definir.
Claro, teníamos que definir cuántas canciones iba a tener el disco. Ahí nos pusimos los pantalones, todos, los cinco: nosotros cuatro y Juan, y quedó esto.
Me imagino que después de que salió el disco, no faltó quien les dijera que faltó tal tema o tal otro.
Por supuesto. Aparte yo no me acuerdo exactamente cuáles fueron las que quedaron afuera, pero siempre viene alguien y nos dice otras canciones. Que creo que es bueno porque a mí me gusta el hecho de que no seamos un grupo que tiene quince canciones, sino que sí, que es cierto que tenemos más.
Y que todas puntean por igual.
No sé si por igual pero me parece bueno que punteen. Que venga gente y te diga: “Aaah, no pusieron tal tema o tal otro”, o en los conciertos te digan: “Aaah, no tocaron este tema”. De todas formas la idea de esto, con todas las canciones: con las nuevas y las viejas, era centrarnos en una cosa en la que no nos habíamos centrado demasiado antes: en la interpretación de las canciones. Trabajamos muchísimo en eso, la mayor cantidad de horas que pusimos fue en ver la interpretación. Quizás el único disco que grabamos en muchas horas y tuvimos muchísimo tiempo –y no sé si luce mucho-, fue en “Barranca Abajo”. Pero después, en general, íbamos haciendo una cosa y decíamos: “Esto está bien, ta” y lo dejábamos ahí. Creo que en general la gente de la industria discográfica y cosas por el estilo, escucha nuestros discos y dice que están bien. Porque yo a veces escucho discos de los ochenta y no me gustan. Yo creo que los nuestros mal tocados no están, mal grabados. Por ejemplo “Emilio García” es un disco que quedó con un sonido muy raro porque el sonido de la sala estaba un poco mal, pero bueno era lo que había.
A eso iba, pero tampoco se desprendía de los trabajos que sacaba el rock nacional en ésa época.
A no, no. Y tenía cosas en otros aspectos que a mí me parece que estaban mucho más buenas que otras cosas que se sacaban en ese momento. Por ejemplo “Soy una arveja” es un disco que suena bien para lo que era la época, como que tiene cosas que otros grupos creo que no podían hacer. Que ahí hay una cosa que es bien interesante porque creo que nosotros a lo largo de la historia del grupo hacíamos cosas que decíamos: “Bueno, esto lo podemos hacer nosotros y no lo puede hacer más nadie”. Pero hay un área, una parte de lo que hacíamos, en la que como que nosotros siempre nos hicimos a un lado. Hay cosas que hacemos nosotros que tienen que ver con una actitud muy punk, ideológicamente, pero que en los discos nuestros nunca dijimos “Ya que estamos jodiendo con lo punk, vamos a utilizar un sonido punk en algunos aspectos”. Y medio como que la idea de decir “Si ya está fulano o mengano que lo hace mejor que nosotros, para qué, no nos va salir bien”. Y en ese sentido estuvo muy bien Campodónico porque dijo: “¡¿Cómo que no les va a salir bien, a ustedes le parece que no pueden agarrar esto y tocarlo veinte mil veces mejor?!”. No sé si lo tocamos veinte mil veces mejor, pero eso fue como decir: “Ustedes tienen que ponerse en la actitud de vamos hacer esto y les vamos a romper el culo”, con mala onda, ¿no?
Con una actitud punk.
Claro. No sé si salió eso, pero la verdad es que mucha gente escuchó temas como “El putón del barrio” y dijo: “A la mierda”. No es una mala onda contra otros músicos, que en realidad es gente que conocemos hace mil años y son amigos y está todos bien. Pero para hacerlo tenés que tener la mala onda, en cualquier estilo. Es como que si hacemos temas tomándole el pelo al rock latino: creo que hay que tener la actitud de decir “Con esto le estamos rompiendo el culo a Juanes”. (Risas).
Además hay algo que por el estilo del Cuarteto mucha gente no toma en cuenta, y es que son muy buenos músicos.
Sabés que eso es una cosa difícil, el ponerse en esa actitud. Necesitás que alguien te empuje. Porque uno no es que sea un muchacho humilde –porque a mí la verdad que la posición de muchacho humilde me paspa las pelotas-, pero tampoco tenemos el culo lleno de papelitos y para determinadas cosas necesitás tenerlo. En ese sentido la figura del productor es buena para eso, para que te digan: “¡Nooo tarado, vos podés hacer esto veinte veces mejor!”, “Ah no, pero esto la hace bien fulanito”, “Me chupa un huevo, vos lo podés hacer mejor”. (Risas). Empujarte a dejar todo y en ese sentido este CD como que largamos todo: todo lo que podíamos dar con esos temas está ahí. Eso marca una diferencia. Está bueno porque hay cosas que generan un antes y un después en la carrera de uno y este disco es un caso: los próximos trabajos van a estar así o mejor porque no queremos bajar este nivel de trabajo.
Además, al rehacer los temas es como empezar de nuevo: son otras canciones.
“El putón del barrio” es otra canción por ejemplo. Y también pasó una cosa: la otra vez invitaron a un programa a Roberto y a Javier de Astroboy y hablando de las canciones de este disco, Javier le comentaba que estaba buena y nada que ver la versión de “Sólo un rumor”. Que en realidad era de las canciones que nosotros pensábamos: “Bueno, “El putón del barrio” está muy distinta y “Sólo un rumor” es más o menos lo mismo”, porque el más o menos el mismo tempo, más o menos el mismo arreglo, y sin embargo se percibía totalmente distinta. Partiendo de la base de que es uno de los temas a los cuales por ejemplo le estuvimos no sé cuánto tiempo poniendo un bajo distinto, porque se me habían ocurrido dos o tres ideas de bajo para no tocar de nuevo lo mismo. Y al final terminás tocando lo mismo (risas). Eso pasó con muchas canciones, que probábamos cosas y al final decíamos: “Bueno no, está bien, era esto”. Y es lo mismo pero es eso.
En parte porque hay muchas canciones de ustedes que ya tienen vida propia.
Claro. Le dimos vuelta a las canciones y en muchas dijimos está bien, era así. Y sin embargo cuando llegamos a ese tipo de conclusiones el resultado fue distinto. O sea que si vos das vuelta y paseás y vas para adelante y para atrás, si trabajás se nota. Viste que hay gente que hace productos y cosas para los cuales no trabaja…
Sí, tienen la fórmula y la repiten constantemente.
Claro, y aparte se nota. Yo trabajo mucho con artistas en exposiciones y todo eso, y entonces veo algunas cosas donde se nota que el tipo trabaja. Y hay otras, que incluso hasta tienen ideas interesantes y digo: “Pero este es un atorrante”. Porque es la idea y ya está, no hay más nada. Que ojo, yo valoro mucho tener ideas y la gente que trabaja mucho y no tiene ideas no me interesa para nada.
Hablando de ideas nuevas, ¿tienen estos tres temas nuevos nomás?
No, hay muchísimos. Por ejemplo: para seleccionar esos tres habíamos empezado con un tema nuevo que era mío, “Fui yo” que está en el disco y después probamos algunas más. Roberto había grabado siete u ocho canciones, yo también tenía canciones de antes, que tenía por ahí y las escuchábamos para tener una idea, y por otro lado estoy armando una cosa medio solista, que no sé si va para algún lado. Pero creo que en este momento Roberto debe tener unas doce canciones y yo debo andar en unas diez cancines para el Cuarteto. En este estuvo bueno trabajar al nivel de productor y todo eso porque nosotros la dinámica de elegir las canciones entre nosotros nos tiene un poco podridos ya. Porque aparte pasa una cosa: nos conocemos demasiado, sabemos qué canciones pueden andar, qué canciones pueden gustar a uno y a otros no, no sé... En ese sentido está bueno, agarra las canciones... La otra vez Juan nos dijo: “Che, ya es hora de pensar en el próximo disco”.
El empuje del que hablábamos hoy.
Sí, sí. Entonces bárbaro, yo armé una especie de demo de las canciones de Santiago, Robertito está haciendo lo mismo. Ahora pasó una cosa rarísima y es que el que tenía facilidades para grabar era Riki ¿no?, y en determinado momento yo me conseguí un micrófono prestado y después cuando estuvimos EE.UU. traje alguna cosa como para grabar, porque quería grabar mis cosas. Y después Roberto también se compró una tarjeta de sonido para la computadora y también está grabando cosas. Entonces es una efervescencia, una cosa buenísima de que estemos todos, por separado, haciendo cosas y pensando lo que vamos hacer en el futuro.
¿Cómo les fue en EE.UU.?
Bien. Estuvimos en Miami [pone cara de asco], que es una mierda...
¿Ustedes habían hecho “No somos latinos” ya conociendo Miami?
No, no. Yo todo las veces que viajé no me interesaba en absoluto conocerlo. Cuando hice el viaje de arquitectura pasamos por el aeropuerto de Miami pero era algo que no nos interesaba en absoluto, como diciendo: “Sacános de acá rápido”. Hicimos Miami, Atlanta y después teníamos una especie de base en New Jersey –que es uno de los peores lugares del mundo-, en un lugar que se llama Elizabet, y tocamos en Patterson y en Orange, que están en Nueva Jersey.
Hay muchos uruguayos en Nueva Jersey.
Sí claro, está lleno de uruguayos.
Por eso es horrible. (Risas).
Pero la gente fue impresionante, la recepción fue brutal. Después tocamos en Queen´s y en Conecticut.
Siempre para colonias uruguayas.
Básicamente. Por más que iban otros latinos y algunos norteamericanos, el grueso del público eran uruguayos. La verdad es que lo de la gira fue muy buena y quedaran algunas puertas abiertas para ir de nuevo.
Y cuando cantaban “Fui yo” en Nueva York no tuvieron problemas, digo, por la parte de que derribaste las Torres Gemelas. Por mucho menos –la canción de Artigas- acá tuvieron problemas…
No, porque vos sabés que vivíamos como en un mundo paralelo. Por más que venía alguna gente angloparlante, era una actividad todo en paralelo que para los gringos no tenía lugar. Por más que en este momento es una ciudad bilingüe que tiene todas las cosas, carteles y todo eso, en español y en inglés, igual los hispanoparlante somos segunda categoría, eso está clarísimo. Y como que lo que pasa por ahí no importa mucho, porque somos segunda categoría pero no terroristas: hay mafias latinas, son medios anarcos o cosas por el estilo, pero nada más.
Son medios cheguevaristas.
Nooo, los cheguevaristas no están en Estados Unidos.
Salvo Santana que tocó con la camiseta del Che en los Oscar.
Si pero mirá como tiembla Estados Unidos, tiembla Hollywood: Santana se puso una remera del Che Guevara ¡qué horror! (risas). Digo, ya le dieron un Oscar a la canción de una película sobre el Che Guevara, es que saben que el Che ya fue absorbido, comido, creo que es una especie de figura vaciada... Porque el consumo tiene eso, el término lo dice, ¿qué le pasa a una vela cuando se consume? No queda nada. Y las cosas cuando se consumen tienen eso: se consumen. Y ojo, mirá que es un proceso que tiene que darse porque no está mal, está bueno que algo se consuma y llega un momento que digamos algo se vacía y es lo que se convierte en un clásico, que ya es como un referente o algo por el estilo, y que ya no tiene el efecto que tuvo en su momento.
A ustedes les pasó eso con “Otra navidad en las trincheras”.
[Hace silencio y piensa] No... No sé... Hay algunas cosas de las que hacemos nosotros que nos dan la impresión de que estamos empezando a convertirnos en un clásico o en un referente, pero sin embargo yo veo que canciones nuestras, de las más conocidas, igual siguen generando un poco de controversia e incluso un poco de incomprensión. Una de las cosas que me llama mucho la atención por ejemplo es que muchas veces la gente piensa que El putón del barrio es un travesti, y El putón del barrio es mujer, es una mujer muy fácil porque además no cobra: lo hace porque le gusta. Entonces cuando no se termina de entender una cosa, significa que todavía no se vació todo el contenido. Creo que todavía las canciones nuestras parece que aguantan. Porque todo pasa por ese proceso de consumo, pero hay cosas que se consumen en seis meses y después no las volvés a escuchar nunca más. Y cuando vos tenés algo... Por ejemplo en este disco no tuvimos más remedio que poner unas cuantas canciones de “Otra Navidad...” porque eran canciones que no podíamos parar de tocar y que la gente sigue disfrutando mucho. La gente está haciendo ese proceso de consumo, pero bien: como que ese consumo dura y después queda.
Eso quiere decir que ya son un clásico y que son una banda influyente. ¿Te acordás en qué momento El Cuarteto empezó a tener la personalidad que hoy influye tanto?
Mirá, fue un proceso que después que hicimos el disco con Mandrake Wolf... Ese fue un disco un poco inmaduro y creo que hay algunas cosas que tenían que ver con cada uno de nosotros y no tanto con el espíritu del grupo ¿no? Un disco que tenía tres canciones que podían ser del Cuarteto después y otras tres que no. Pero antes, cuando yo conocí a los Musso y teníamos quince años, ya había cosas que tenían que ver con lo que íbamos a hacer después, como toda la idea de la ciudad de Tajo: yo los conocí y ellos ya tenían esa ciudad, y yo tenía un montón de cosas que tenían que ver con esa ciudad. Pero te diría que por mucho tiempo, hasta el `81 o por ahí, había toda una parte de cosas que hacíamos nosotros que no las veíamos proyectables artísticamente. Es decir: empezamos como un grupito que tocábamos covers de los Rolling, Beatles, Creedence...
¿Y lo hacían bien?
No (risas). Éramos bastante malos. Cuando hacíamos esos covers teníamos la idea de que queríamos hacer canciones nuestras. Estábamos en un momento bastante especial: estaba el movimiento del canto popular, que no nos convencía demasiado, y por otro lado éramos básicamente personas que habían escuchado rock toda su vida. Teníamos el problema del idioma: rock en español era medio raro y en inglés sonábamos un poco colonizados, y la solución que encontramos a eso –que fue bastante mala-, fue hacer un grupo de música instrumental, que se llamó El Cuarteto de Nos. Hicimos un concierto en el `80 con ese nombre y que ya de nacimiento venía mal porque eran canciones que muchas veces les habíamos puesto letras para joder entre nosotros, pero decíamos: “Estás letras no pueden ser, esto está mal, nos gusta a nosotros pero a nadie más”. Y un día escuchamos a Leo Maslíah y dijimos: “Si este tipo hace esto, nosotros tenemos permiso para matar”. También habíamos visto unos espectáculos de Los que iban cantando en donde se jugaba mucho con lo humorístico y el doble sentido. Esas canciones que hacíamos, con esas letras, nunca prosperaron, pero ahí empezamos a desarrollar una cancionística que tenía esos elementos, y después del disco con Wolf, tres años después salió “Soy una arveja” que es un disco que está mucho más definido en cuanto a qué lado corremos.
Ya hablamos bastante de los discos, pero todavía no tocamos lo que para mí es el lugar en dónde más se destacan: en los conciertos que brindan.
Para nosotros los shows siempre fueron importantes porque aparte a nosotros nos pasaba algo muy curioso: evidentemente no éramos el grupo número uno, pero hacíamos conciertos y se llenaban, como que la cosa funcionaba muy bien.
Entonces el fuerte de ustedes eran los espectáculos, ¿siguen siendo?
Creo que sí. Aparte que, de la misma manera en este disco empezamos a trabajar mucho más la cuestión interpretativa y eso, un poco partiendo de la base de que tenemos las canciones, tenemos idea, tenemos un montón de cosas que están buenas, pero: vamos a trabajar un poquito más sobre eso. Y con los shows pasó más o menos lo mismo: el año pasado hicimos conciertos que estaban buenos pero ahora con Juan Campodónico y gente que trabaja con él como Verónica Lossa que hace iluminación y diseño de show, y después otra gente que se ido sumando a este equipo, ellos nos encararon y nos dijeron: “Sí, si, tienen ideas buenísimas, pero vamos a estructurarlas un poquito” (risas). Y entonces entramos a trabajar en tratar de hacer una cosa más contundente. Que es un poco a lo que vamos con el show del Plaza: qué es armar una cosa en la cual estén presentes un montón de elementos que hemos trabajado siempre desde el punto de vista visual y las canciones, pero darle una estructura, darle una especie de gramática que haga que funcione mucho mejor. Porque de repente en otros shows nuestros alguien se ponía a hacer algo y yo decía: “Ay no, que embole”... Porque si nos pusiéramos de reaccionarios diríamos que los conciertos que hacíamos estaban llenos, la gente nos pedían pila de bises, entonces estaba todo perfecto: ¿por qué tenemos que buscar otra cosa? Lo que pasa es que ahora nosotros estamos en una etapa en la cual ya nos cansamos de hacer lo que se nos da la gana: ya hicimos todas las ideas descabelladas, las que se nos han ocurrido y nos gustaban a todos ya las hicimos. El tema es que del repertorio de esas cosas y de otras que se nos van ocurriendo, vamos a ver que salen. Nada más que ahora esas cosas están más estructuradas.
Pero en definitiva, siguen haciendo lo que quieren.
Sí.
Nicolás Hidalgo
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